No obstante, las cosas se han puesto mal, y es posible que en Europa se sufran más dificultades para salir de esta grave situación que en el país en donde ha estado el origen de todo. Una de las razones para esto es la inadecuada respuesta que se ha dado desde la UE a la crisis económica, en la que cada país ha actuado por separado, con muchas inseguridades, sin respuestas decididas y más débiles que las que está llevando a cabo el presidente Obama. Krugman ha puesto esto de manifiesto, y eso que critica las insuficiencias del plan de Obama, pero aún así sus propuestas son mejores y muy superiores a las adoptadas por la UE.
Los errores cometidos por el Banco Central Europeo aumentando los tipos de interés cuando lo más sensato habría sido disminuirlos una vez que la crisis ya estaba encima, han sido flagrantes. Su resistencia posterior a un descenso cuando este se solicitaba por todos los gobiernos y analistas económicos, causó unos daños que posteriormente han sido irrecuperables. La falta de liquidez dificultó la marcha de la economía real y trajo consigo crisis de solvencia en las instituciones financieras y empresas de distinta naturaleza. No cabe duda de que la primera crisis de liquidez condujo luego a la crisis de solvencia, aunque resulta evidente a su vez, tras los datos que hemos ido conociendo, que en todo caso muchos grandes bancos padecían desde el principio crisis de solvencia.
De modo que un descenso de los tipos de interés no habría resuelto la crisis de muchos bancos que han tenido que ser rescatados con fondos públicos, al igual que sucedió en Estados Unidos, pero las cosas si bien no se habrían resuelto en todos los casos, lo que sí se ha conseguido en cambio ha sido un empeoramiento. El Banco Central, además, fue incapaz de alertar de todo esto y de los graves riesgos en los que estaban incurriendo muchos bancos sin cumplir las condiciones mínimas de garantía que la prudencia aconseja. Este Banco Central ha sido inoperante ante la crisis y responde sólo a las peticiones de Francia y Alemania, y no del resto.
Otro problema es la falta de coordinación de las políticas fiscales, que tienen que ser a la fuerza agresivas ante la gravedad de los hechos y del aumento del desempleo, lo que está provocando distorsiones entre los países, y en donde la ortodoxia sigue actuando con llamadas de atención a países como España por el aumento del déficit público.
Una vez más se han puesto de manifiesto las debilidades de la integración europea, que consiste en un mercado y una moneda única y poco más. No hay una Europa política, ni social, ni con una política exterior, ni de cooperación al desarrollo. La UE es un mosaico de países interrelacionados entre sí por intereses económicos. Así, mientras hay libertad para los flujos de capital y mercancías, expandiéndose las empresas multinacionales, existe menos movilidad de la mano de obra, y no existe otra Europa, aunque haya otros factores positivos como los fondos estructurales y de cohesión. Las instituciones políticas son débiles y de una gran complejidad en su funcionamiento. Los ciudadanos no se sienten implicados en ellas, como vamos a comprobar dentro de pocos meses con la escasa participación que va a haber en las elecciones al Parlamento europeo. Sigue habiendo un gran déficit democrático, y aunque ha sido denunciado hace tiempo, no se ha corregido, y ahora en tiempos de crisis se pagan las consecuencias.
Todo esto tiene graves repercusiones en el ámbito de las decisiones económicas. El euro ha supuesto más costes de lo que la propaganda oficial señala, estaban ocultos en tiempos de bonanza y quedan ahora en evidencia en momentos de tormenta. Los países han perdido la palanca del tipo de cambio para hacer los ajustes necesarios. Esto no es negativo si se encuentran mecanismos compensadores, pero si no es así la única posibilidad de ajuste se hace a través del empleo y de los salarios. Es lo que una economía como la española, en donde la productividad no ha crecido al ritmo de los países más avanzados de Europa, tiene ante sí. De momento se está pagando en el empleo, no así en los salarios, aunque ya veremos, lo que por otra parte sería un error.
De todo lo dicho se deduce que hay que hacer políticas europeas y no sólo nacionales. Otro factor que abordaremos en otro artículo es cómo el discurso económico dominante ha conducido a esta situación, basándose en argumentos vacíos de contenido teórico y empírico. Nos han vendido una falsa prosperidad. Un paquete con un aparente bonito envoltorio pero en donde dentro no había nada. Lo malo es que esos economistas siguen estando ahí y se auto proponen como solución a la crisis. ¿Volvería usted a un médico que no sólo no ha sabido diagnosticar la enfermedad, sino que se la ha provocado con sus errores? Es evidente que no, y es posible que lo denunciara. Pues igual hay que hacer en economía. Huyan de ellos.