En general, los analistas económicos están de acuerdo en que ésta será una crisis de más larga duración, por lo menos hasta el 2010 ó 2011; que no ha tocado fondo- el año 2009 será peor que el que estamos viviendo-; y que traerá consigo un empobrecimiento general de la ciudadanía afectando sobre todo a los que menos tienen.
Este somero análisis se confirma si nos atenemos a los alarmantes datos publicados recientemente sobre el paro registrado del mes de Agosto. A la espera de los datos de la EPA del 3º trimestre del año- de mayor rigor que los datos de desempleo registrados en las oficinas públicas de empleo- para hacer un análisis más amplio y riguroso de los datos, ya podemos adelantar que los datos del desempleo registrados en el mes de Agosto son realmente preocupantes y nos anuncian, según todos los pronósticos, un empeoramiento del desempleo en los próximos trimestres.
Efectivamente, el Servicio Público de Empleo sitúa el número de desempleados en el mes de Agosto en 2.530.000 lo que representa un aumento interanual de 501.705 personas (nada menos que un 24,74 % más) con respecto al mes de Agosto del año pasado. Si comparamos los datos con el pasado mes de Julio la variación al alza alcanza a 103.085 desempleados (un 4,25% más).
El desempleo sube en todos los sectores de la economía, afectando tanto a hombres como a mujeres, jóvenes, e inmigrantes. Y, en coherencia con ello, disminuye el número de contratos registrados en el mes de Agosto que se han situado en 1.049.939, lo que representa un descenso de 237.096 contratos (un 18,42 % menos) sobre el mismo mes del año pasado. De la misma manera, los contratos indefinidos alcanzan los 97.584, lo que significa 29.999 contratos menos (un 23,51%) que los de Agosto de 2.007, representando un 9,29% del total con lo que se reduce también su peso en el conjunto de los contratos registrados, ya que este porcentaje se situó en el 9,85% en el pasado mes de Julio.
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La respuesta del gobierno a esta situación de crisis contiene tres claves conocidas: Compromiso de diálogo social; mantenimiento de la política social comprometida en el programa electoral; y una serie de alternativas económicas puntuales para frenar la crisis económica que, con la mayoría de las medidas, y en el mejor de los casos, se obtendrán resultados a medio plazo.
Los dos primeros compromisos son los que generan mayor confianza, simplemente porque se pueden visualizar a corto plazo. Sin embargo, no serán fáciles de llevar a la práctica a pesar de la buena voluntad del presidente del gobierno, Zapatero. Ya se escuchan argumentos de que será más eficaz para resolver la crisis desviar los fondos destinados a las políticas sociales a otras iniciativas relacionadas con la inversión productiva como si fuera incompatible el mantenimiento de la política social comprometida por el gobierno y la inversión necesaria en un contexto de crisis, en función de las prioridades del gobierno que deberán quedar reflejadas en los próximos presupuestos generales del estado
Por lo que respecta al diálogo social debemos constatar que ha sufrido su primer tropiezo por la torpe actitud del ministro de trabajo, Corbacho; esperemos que sin consecuencias después de la rectificación del propio ministro y de la vicepresidenta primera del gobierno. El diálogo social se basa en la confianza mutua y significa compartir responsabilidades y protagonismo en la toma de decisiones también en los asuntos relativos a la inmigración. Por cierto, los inmigrantes no son los culpables de los males que nos aquejan como se deja entrever desde hace unos cuantos meses en las declaraciones del máximo representante del gobierno en esta materia, sino todo lo contrario: en estos momentos son los que más están sufriendo el frenazo económico. Resulta por lo tanto comprensible que exijamos al gobierno una declaración positiva en relación con el fenómeno de la inmigración- que no problema- con el propósito de zanjar esta inútil polémica suscitada sin ningún sentido.
En todo caso, las declaraciones del ministro resultan lamentables, claramente inoportunas, nada respetuosas con el procedimiento y, desde luego, denotan muy poca consideración hacia los interlocutores sociales que resultan determinantes en la solución de los problemas planteados.
A pesar del error del ministro no podemos olvidar que lo urgente en estos momentos es el desempleo, porque los que mantengan el empleo van a ser capaces de capear, no sin dificultades, el temporal de la crisis. Efectivamente, los que verdaderamente van a sufrir la crisis son los que pierdan el empleo junto a sus familias, por eso, y consecuentemente con ello, todos debemos trabajar en la recolocación de los desempleados a través de políticas activas de empleo- un asunto pendiente que el actual gobierno debe impulsar y poner en marcha a través del anunciado plan de recolocación de parados con el propósito de superar la nula capacidad demostrada por los servicios públicos de empleo en los últimos años en esta materia- y en segundo lugar todos debemos trabajar, principalmente el gobierno, para garantizar a los que pierdan el empleo, en el peor de los casos, las prestaciones de desempleo lo que nos obligará a observar su evolución y reivindicar su adecuación, si es necesario, en las circunstancias actuales.