“¿Es posible que haya llegado en España la hora de leer a Korolenko, como se ha leído a Tolstoi, Dostoievski, Turguénev, Gógol, Chéjov o Gorki? (…). La coincidencia de una doble edición de El músico ciego (esta en Alianza y otra en Barataria, que comenzó su recuperación este mismo año con la novela Sin lengua, sobre la emigración rusa a Estados Unidos) parece el mejor de los augurios”.
Francisco Solano, El País
“Las obras de Vladímir Korolenko reducidas hasta estos últimos años en castellano a meras curiosidades bibliográficas consiguen de las manos editoriales hábiles cobrar nueva vida para los lectores españoles”
Pepe Rodríguez, El placer de la lectura
El escritor y periodista ucraniano Vladimir Korolenko (1853-1921) abanderó todas las causas solidarias que se pusieron en su camino. Desde temprano fue un intelectual activo y comprometido en las diferentes luchas sociales que se desarrollaban en Rusia, lo que le llevó con poco más de veinte años a comenzar una larga etapa de encarcelamientos y destierros en las más remotas provincias del Imperio. Como sus amigos Chejov y Tolstoi, a quienes consagró sendos ensayos de crítica literaria, escarbó con una sutileza ciertamente inusitada en la psicología humana, presentó en sus obras una fiel instantánea de la convulsa Rusia de su tiempo, y prodigó mucho de su talento literario en intervenciones periodísticas guiado por “los acontecimientos del momento”, como señaló Rosa Luxemburgo. Su mayor fecundidad creativa se dio en los años ochenta del siglo XIX, cuando, entre otras obras, publicó El músico ciego (1886), segundo título que de él rescata la editorial Barataria, tras Sin lengua, y que, curiosamente, coincide en las librerías con la versión de Alianza.
Esta novela recorre la biografía imaginaria del ciego Piotr Popelski, desde que nace en el seno de una familia de terratenientes hasta que triunfa como pianista. Mediante capítulos cortos y de marcado carácter lírico, Korolenko se adentra y penetra en las dudas, los miedos, los progresos e involuciones de Piotr, “un alma en busca de la luz”. Su madre, la dulce y profesora Anna, que apenas sabe qué hacer con la desgracia del hijo; su tío Maxim, viejo soldado inválido de las piernas en su lucha contra los sables austriacos a las órdenes de Garibaldi, que reconocerá el refinamiento del sistema nervioso del niño y que emprenderá una pedagogía con su sobrino que terminará por despertar su vocación musical; y Evelina, la muchacha de la que se tiernamente se enamora, son los firmes bastones en que se apoya el joven para derrotar a las tinieblas en las que habita.
El autor describe magistralmente la niñez de Piotr, una etapa vital que está marcada por el descubrimiento de la naturaleza y la música. En efecto, gracias a las artes de un campesino que toca la flauta, Piotr aprende a expresar lo que las sombras le han velado hasta entonces; y su madre, inspirada por esa conquista del espíritu, adquiere un piano que confirmará las dotes artísticas de su hijo.
Piotr no atraviesa un camino de rosas, pero su voluntad, unida al amor de su familia y su desahogada posición económica, lo salvan tanto del aislamiento como de la mendicidad en la que la mayoría de los ciegos estaban condenados en aquel tiempo.
La delicada y colorista descripción del paisaje, la sutil e ingeniosa pintura de las emociones y el compromiso ético de su autor son los principales valores de una novela a la que podemos aplicar los calificativos de sencilla, agradable, lineal en su desarrollo pero muy bien construida. Una obra que, todo hay que decirlo, nos abre los ojos sobre la infelicidad de nuestros semejantes y nos enseña que una vida útil, plena y con sentido, es aquella que sale de sí misma y hace de la solidaridad el instrumento con el que construir la existencia cotidiana con nuestros semejantes.