“El origen del planeta de los simios” es una película de respuestas. Respuestas obvias, pero al fin y al cabo de respuestas a aquellas preguntas que siempre nos habíamos hecho desde que en 1968 vimos llorar a Charlton Heston en una solitaria playa a los pies de los restos de la estatua de la Libertad, y ante los atónitos ojos de la bellísima y salvaje Nova (Linda Harrison).

“El planeta de los simios” (Franklin J. Schaffner, 1968), ya convertida en un clásico de la ciencia ficción, nos mostraba el declive de la raza humana, y su sometimiento a la raza que le antecedía en la línea evolutiva. Sobre cómo había ocurrido, poco o nada se decía. Era la imaginación del espectador la que intentaba encontrar explicaciones. Podemos afirmar que si esta es la historia que con brillantez nos narraba Pierre Boulle en su excelente novela, el relato que articula esta cinta no es otro que los antecedentes que explican lo ocurrido. Eso sí, desde nuestra época.

Rupert Wyatt, logra una realización impecable, con buen ritmo narrativo que entretiene pero muy asistido por los magníficos efectos especiales. Y en especial, por la técnica de captura de movimientos y la genialidad gestual de Andy Serkis (César). La interpretación de los actores es sobria pero creíble, sin excesos.

En definitiva, esta nueva entrega de la saga de los simios entretiene pero no supera ni en profundidad emocional a la de Schaffner, ni en fuerza y acción a la de Tim Burton de 2001.