La realidad siempre tan tozuda ha puesto de manifiesto, lo que ya varios economistas habíamos puesto de relieve en diferentes ocasiones, que el grave problema del desempleo en nuestro país no se resuelve con la reforma del mercado laboral, al tiempo que la reforma de las pensiones tampoco ha servido para calmar a los mercados. Estos hechos no sólo ponen de manifiesto el fracaso de las reformas emprendidas, sino también las peticiones reiteradas de los empresarios acerca de llevar a cabo la necesaria reforma del mercado de trabajo como la única posibilidad de crear empleo. La evolución tan negativa del empleo en la economía española, cuestiona a su vez a todo el pensamiento económico, representado por el grupo de los cien, que ha puesto el énfasis en estas dos reformas: el mercado de trabajo y de las pensiones.
Se dirá, de todas maneras, por parte del grupo de los cien, y no digamos de los empresarios, que la reforma del mercado de trabajo puesta en marcha por el gobierno ha sido tímida, que no respondía en su totalidad a las propuestas efectuadas y que solamente se han recogido aspectos parciales de lo que ellos solicitaban. No cabe duda de que tanto los grupos económicos, como los economistas que los avalan, no dan su brazo a torcer y les resulta difícil reconocer el fracaso de lo que predican, y siempre encontrarán razones para insistir que hay que seguir profundizando en el abaratamiento de la mano de obra para conseguir elevar el empleo.
Mientras el paro aumenta de una manera muy preocupante, el crecimiento no tiene lugar, y la economía española se encuentra al borde de una recesión, este grupo de economistas sigue haciendo proposiciones equivocadas para salir del atolladero en el que estamos. En ningún momento, han sido capaces de hacer un análisis de las causas que han provocado la crisis, y en consecuencia, si no se conocen las razones del mal, difícil es dar con las recetas adecuadas. A lo único a lo que nos están conduciendo con sus recomendaciones es a este fracaso que afecta a tantas personas. Lo peor es que debido a su influencia, al estar apoyados por grupos económicos poderosos, y al haber conseguido que parte de sus proposiciones se llevaran a cabo, han conducido al descrédito del gobierno socialista y a su presidente, principalmente.
Resulta evidente que las medidas tomadas por el gobierno, y que supusieron un giro a la política económica practicada hasta entonces, fue consecuencia de la presión de los mercados, esto es, de los especuladores. Un gobierno en solitario no puede enfrentarse dentro de la Unión Europea (UE) a un poder económico tan poderoso como el que representan los mercados, y menos aún con una economía con el nivel de desarrollo como la española, y en una UE en la que predominan los gobiernos de derechas. Pero admitir esto, no nos puede conducir a olvidar, que las ideas económicas son importantes, tanto para influir en las decisiones de la política económica, como para avalar con las propuestas que se derivan de un determinado pensamiento la práctica de los gobiernos.
Por esto es por lo que los autores intelectuales de lo que se está haciendo tienen gran responsabilidad en las malas decisiones que se están llevando a cabo, y que coinciden, por lo general, con lo que defienden los empresarios y banqueros. El hecho reconocido de que la economía española tiene condicionantes derivados del marco global en el que se desenvuelve la economía mundial, y dentro de un contexto como el de la UE, no lleva necesariamente a practicar este tipo de políticas económicas, sino que hay que abordar en profundidad una reforma del sistema financiero, a escala mundial, europea, y española, así como el poner en marcha una reforma fiscal progresiva, y luchar contra el fraude, la especulación, y la corrupción, entre otras muchas cosas.
En estos momentos, el problema principal es la falta de crecimiento económico, y se han puesto en marcha políticas de ajuste que van en la dirección contraria a lo que se debería lograr, como se está manifestando. La crítica a las políticas de ajuste, ya lo he hecho en anteriores artículos, y como, además, he puesto de ejemplo a América Latina, me he alegrado al oír las voces de los dirigentes latinoamericanos, en la reciente Cumbre Iberoamericana, que han criticado estas políticas que ellos sufrieron y de lo que saben bastante por la experiencia tan negativa que vivieron en los años duros para esta región. No se quiere aprender, sin embargo, de las experiencias recientes.
Vivimos momentos difíciles, sobre todo, cuando el anuncio del referéndum en Grecia ha vuelto a provocar otro terremoto en los mercados y la economía española se encuentra en primera línea para recibir los ataques pertinentes de los especuladores, que pueden conducir a agravar la crisis del euro, o de tener que ser intervenidos, aunque no haya razones para ello. El día 3 de noviembre comienza la Cumbre del G- 20, y aunque no cabe esperar gran cosa, sin embargo, debería ser la ocasión de tomar medidas conducentes a limitar el poder de los mercados, de las finanzas, de las agencias de calificación, y de llevar a cabo políticas económicas coordinadas para estimular una economía tan decaída. Al tiempo que hay que combatir la gran desigualdad que se produce tanto en la economía mundial, como dentro de los países. Los últimos datos, por lo que concierne a la economía española, informan de que la desigualdad, ya de por sí elevada, se ha incrementado desde que se desencadenó la crisis.
De no ser así, seguiremos a merced de los mercados que atentan una vez más contra la soberanía de los pueblos, como se puede apreciar por la reacción que han tenido, al igual que los dirigentes políticos de los países desarrollados, ante una decisión democrática, tomada por el gobierno griego, como es la convocatoria de un referéndum