Ninguna organización ni política ni de otra clase está exenta de tener en su interior personajes inmorales y corruptos. Para evitar que este tipo de personas triunfen y corrompan el conjunto de la organización se procuran los medios, reglamentos e instrumentos tanto internos como externos para apartarlos y sancionarlos judicial o socialmente, depende de la gravedad del asunto. Y tan grave es una negligente e irresponsable gestión que causa muertos como el Yak-42 como posibles delitos de cohecho o la mentira permanente ante la ciudadanía como el caso de Camps.
¡Cuánto cinismo cabe en las declaraciones de Trillo escurriendo sus responsabilidades y dejando que otros paguen lo que él ordeno!
En la Comunidad Valenciana hemos exportado esta semana el juicio a Francisco Camps, el primer presidente autonómico imputado por posibles delitos de cohecho. Y él, impasible, sigue MINTIENDO a la ciudadanía con la mayor hipocresía. El juez determinará si ha existido cohecho o posible financiación ilegal. Pero hay algo que ética, social y políticamente está ya sentenciado: Camps mintió y engañó conscientemente. Y en mi opinión, eso ya es mucho más grave que si le han regalado trajes o chaquetas fantasía para lucir en eventos especiales. Si uno es capaz de mentir ocultando a un amigo personal es capaz de engañar con cualquier otro asunto.
Ocultó que tenía una relación de amistad con uno de los principales imputados de la trama, Álvaro Pérez (El Bigotes), que luego se descubrió como una “íntima amistad” con conversaciones más propias de una novela de Corín Tellado; ocultó que además su familia había recibido regalos; que los hijos de ambos van juntos al mismo colegio; que fue el protagonista principal de su boda; que este personaje entraba tanto en la sede del PP como en el Palau de la Generalitat Valenciana reconocido por los trabajadores por sus visitas frecuentes.
Después de mentir deliberadamente cuando Camps dijo que no conocía al “Bigotes”, siguió mintiendo cuando dijo que no se le habían adjudicado contratos a Orange Market. Y no han parado aún de salir y descubrirse contratos y adjudicaciones directas, hechas sin concurso público, sin transparencia ni publicidad por cualquier evento inimaginable. Orange Market, la filial valenciana de la trama, tiene sólo 5 trabajadores, pero factura miles de euros. Es tan sólo un buen intermediario. Se creó justo un mes después de que Camps ganara las elecciones a la Generalitat Valenciana. A eso se le llama tener “buen olfato” para los negocios. Sus contratos han estado siempre vinculados a la imagen pública de Camps: promoción turística, viajes a EEUU, grandes eventos, publicidad, y congresos del PP. Todo aquello que a su buen amigo Paco le diera notoriedad.
“El Bigotes” era amigo de los amigos de Camps: de su secretario general Ricardo Costa (también imputado) o de su exvicepresidente Victor Campos (también imputado). Y también lo es de uno de los hombres fuertes de Camps: el director de RTVV que es quien manipula toda la información que ofrece Canal 9 y que fue padrino del bautizo de la hija del famoso imputado (El Bigotes). Que nadie se sorprenda si digo que para Canal 9 no ha existido el caso Gürtel ni “El Bigotes” ni los posibles delitos de cohecho de Camps. El informativo valenciano de Canal 9 es “atípico”: hecho a medida de Camps, como sus trajes. Pero una llega a ruborizarse cuando lee en los medios escritos que a este flamante director de RTVV, el “Bigotes” le organizó una fiesta privada en Marrakech para celebrar su 40 cumpleaños. Fiesta a la que asistió el grupo de amigos empresarios que reciben adjudicaciones y subvenciones directas de la Generalitat, y que se desplazaron en avión privado.
¿Todo esto le parece normal a Rajoy? Amistades peligrosas donde se cruzan las empresas, los contratos, los dineros públicos, las fiestas privadas, y las conversaciones íntimas en Navidad.
Lo peor es que Camps accedió a la Presidencia de la Generalitat presentándose como un honrado y honesto padre de familia, sin vicios ni defectos ocultos, y hombre religioso de fe practicante, que ha llevado a los más ultras de la Iglesia (Opus y compañía) al poder político y económico de mi Comunidad.
¿Para qué les sirve a Trillo y a Camps tanta comunión diaria, tanto golpe en el pecho, tanta confesión y tanta religiosidad? Esto no lo perdona ni la Iglesia.