El PP intenta hacer una abstracción de las elecciones autonómicas y municipales para forzar una antesala de las generales. Pero ni el PP ni Rajoy es un partido nuevo, “de recién llegados”; la historia y la gestión anterior les acompaña como también su responsabilidad allí donde gobiernan.

En primer lugar, analicemos la posible solución al problema nacional e internacional de la crisis económica y la gravedad del desempleo. ¿Sería el PP capaz de solucionar con un chasquido de dedos, tal y como insinúan, esta penosa realidad? ¿Cómo? No hay recetas mágicas y el PP no las tiene, y las que tiene no las puede decir, o ¿es que haría Rajoy algo diferente a lo que hace Cameron, Sarkosy y Merkel? No lo haría porque no tendría autonomía para ello pero además porque su modelo es el de Cameron, lo que supone un recorte gravísimo de las ayudas sociales. La baza que el PP juega es la época de Aznar con el crecimiento del empleo, y lamentablemente, aquellas decisiones trajeron los males de la situación actual (la liberalización del suelo, la especulación urbanística, la falta de formación e investigación, y la corrupción como método de negocio).

En segundo lugar, el PP gobierna en autonomías de peso como Madrid y Valencia. Y con más sombras que luces en la gestión. Valencia es el ejemplo de la manera de actuar del PP: once imputados incluyendo al propio Presidente por delitos de corrupción y financiación ilegal; la mordaza antidemocrática frente a la información y medios de comunicación; la burla informativa de Canal 9; los numerosos escándalos de corruptelas que van desde Castellón (con el inefable Carlos Fabra) a Alicante (con Ripoll); los últimos puestos en sanidad, educación y dependencia; un aumento del desempleo por encima de la media nacional; un sinfín de eventos huecos que han costado una millonada y que no se pueden pagar (véase el aeropuerto de Castellón sin aviones o el Palau de les Arts con un sobrecoste del 400% que se alquilará para bodas); y la mayor asfixia económica de una Generalidad que no puede hacer obra pública porque no puede pagarlos.

Todo ello con la desfachatez, tanto emotiva como ideológica (pues sus posiciones políticas están alejadísimas del “centro liberal” que dice defender Rajoy), de aparecer como “irresponsables” ante todo lo que ocurre. Camps y el PP valenciano (pese a sus años de gobierno) no tienen nada que ver con la gestión de la crisis, ni con el desmantelamiento del sector público, ni con la deuda adquirida (los valencianos somos los que más deuda debemos), ni con el despilfarro o la corrupción, ni con los peores índices del fracaso escolar (estamos en casi el 40%, seis puntos por encima de la media nacional).

Camps aparece como un “irresponsable” de su gestión, aunque lo que sí está es incapacitado para seguir al frente de un gobierno. ¿O qué ocurrirá cuando se siente en el banquillo de los acusados junto a Correa?

Éste es el PP de Rajoy, el que se presenta a elecciones, el que dice tener recetas milagrosas, el que se está pasando de frenada con las acusaciones a jueces y demócratas, el que genera el extremismo y la continua bronca social.

La próxima semana… Hablaremos del Gobierno.