La participación en los comicios fue del 80,4%, sólo tres puntos menos que en 2006. La abstención creció apreciablemente en el sur del país y eso ayudó a que Veltroni no pudiera coronar su remontada. El ex alcalde de Roma consigue para su recién nacido Partido Democrático un apoyo que ronda el 38%. Una derrota digna, que apenas servirá para contemplar de cerca cinco largos años de mandato de Berlusconi y que se lleva por delante a la izquierda comunista: con un mínimo 3%, la alianza de postcomunistas y verdes no logra representación parlamentaria. Por primera vez, el comunismo no tendrá voz en Italia.
A sus 71 años, pero con menos arrugas que nunca gracias a la cirugía estética, “Il Cavaliere” obtiene la mayoría absoluta en las dos Cámaras del Parlamento trasalpino, con el apoyo de los radicales de la Liga del Norte y el Movimiento por la Autonomía. Con un historial donde no faltan procesos judiciales por falseamiento de cuentas, financiación ilegal de partidos, sobornos a jueces, fraude fiscal, pertenencia a la logia P2 y hasta presunto tráfico de drogas, Berlusconi gobernará Italia con mayor holgura y poder que su predecesor, Romano Prodi, cuyo Ejecutivo cayó debido a la excesiva polarización del Senado.