El secuestro de una publicación parece cosa del pasado. La decisión judicial de secuestrar el último número de la revista “El Jueves” por una portada en la que se hace mofa, grosera ciertamente, pero mofa al fin, de los príncipes de España, no parece muy acorde con los tiempos que corren.

La decisión ha provocado la reacción contraria de lo que se perseguía: una difusión estratosférica de la portada secuestrada gracias a su inmediata distribución a través de Internet. Aunque, como ha señalado la vicepresidenta del Gobierno, también ha tenido una consecuencia positiva, que se abra el debate sobre la figura del secuestro de publicaciones que mantiene la ley española.

Sin duda, sería deseable reformar un concepto y unas formas que, a la luz de los avances tecnológicos resultan trasnochados por ineficaces y hasta mueven a la chanza y al chiste. Este secuestro raya el ridículo. Se ha sacado de quicio una viñeta que no hubiera tenido mayores trascendencias, y nos habría ahorrado a muchos sentir cierta vergüenza ante algunas decisiones.