Si de algo ha podido presumir Europa con orgullo ha sido de la defensa de las libertades y derechos civiles, la conquista de la democracia, la universalización de la educación y la sanidad, y la construcción de una mayoritaria clase media que ha sido el logro del bienestar europeo. Hoy todo ello se ha puesto en peligro, está desmoronándose, porque estamos sometidos a términos económicos, incomprensibles para la razón humana, e inhumanos para el bienestar social.

Derrochar el enorme capital y riqueza que supone destruir la clase media no tiene perdón político ni social. Es una ruina histórica. La clase media no se conquista con títulos nobiliarios, ni por azar, ni a través de las guerras; la clase media se construye con la educación: universalizando el mayor bien social que puede disponer un país. La educación es la que construye ciudadanos críticos, cívicos y cultos, imprescindibles para desarrollar una Democracia. La educación es la que permite que no resolvamos nuestras diferencias con pistolas y asesinatos, sino con votos y palabras. La educación es la que ha conseguido que España tuviera una riqueza solvente basada en su capital humano: en sus universidades, en su industria, en sus sectores culturales, en la investigación, en los mejores hospitales, ….

Pero en esta locura política que Europa está viviendo, se han invertido los términos. La educación ya no es fundamental para salir adelante y garantizar el bienestar ciudadano y la riqueza del país. Ahí tenemos al ministro Wert, el caballero de la conquista española, cometiendo toda clase de tropelías contra la Educación y la Cultura, al tiempo que agita fantasmas con su afán invasor. ¿Es éste el mismo José Ignacio Wert sociólogo; fue así siempre o es que ser ministro invalida la capacidad del consenso y aumenta exponencialmente la prepotencia?

Cuando Malala Yusufzai se empeña a ir al colegio y recibir una educación, como ella demanda, poniendo en riesgo su vida, sabe perfectamente hacia dónde va y qué quiere conseguir. Es una tragedia que, en pleno siglo XXI, todavía hayan personas, en este caso una niña, que tengan que ser heroínas y mártires para exigir el derecho a ser persona, a ejercer como mujer, y a tener una educación que será la única herramienta con la que conseguir que su país sea más próspero, más justo y más democrático.

Cuando Merkel pasea sola por unas calles acordonadas, exigiendo más y más sacrificio a sus semejantes, evitando mirar a los ojos de lo que económicamente degüella, generando cada vez más pobres, ha escogido un camino que conduce al suicidio de Europa.