El PP sólo actúa bajo instrucciones de marketing, sin permitirse un ápice de sinceridad. Todas las frases están medidas, bajo eslóganes, y controladas para ver qué resultado producen. Para ello, se trata de buscar “casos” que, aunque sean falsos, sirvan para el único propósito de hacer oposición: morder al adversario.

Así sucede con el caso Faisán. Que ha servido perfectamente para el propósito que el PP pretende; y si no hubiera sido Faisán, hubiera sido cualquier otra cuestión “inventada” si hace falta. En este caso además coincide con las ganas de bombardear a Rubalcaba como hombre fuerte del gobierno y como hombre “posible” de algo.

Da igual que vivamos los mejores momentos frente a ETA, que la organización terrorista esté más bajo mínimos que nunca gracias a la labor policial y a la coordinación entre países, que sea el periodo más largo sin atentados, que Aznar (como todos los Presidentes de Gobierno) intentara su negociación con ETA aunque ahora lo niegue como Judas, da igual que la mejor noticia que España pudiera tener es el fin definitivo del terrorismo y la desaparición de ETA. Todo da igual. No sirve para los proyectos del PP. Se trata de ganar como sea y con los instrumentos que sea, aunque los medios utilizados sean deleznables.

Para que el terrorismo como estrategia electoral pudiera rescatarse en cualquier momento, el PP necesitaba: una excusa (el caso Faisán), un alucinado (Mayor Oreja) que sea un bocazas para calentar el ambiente de vez en cuando, y una artillería mediática grosera capaz de decir las barbaridades más insostenibles.

Todavía sigue sorprendiéndome la irracionalidad a la que el PP somete continuamente a nuestra Democracia, con el único fin de alcanzar el poder, como sea, a costa de lo que sea y con quien sea. ¿Qué quedará luego que se pueda recomponer?