El análisis más común de los resultados de estas elecciones concluye que éstas suponen un gran éxito de la Unión Democristiana y aliado de la Unión Social Cristiana bávara(CDU-CSU) y en particular de su líder Ángela Merkel, quien se apresta a liderar el Gobierno por tercera vez. Desde luego, no puede negarse que quedar a cinco escaños de la mayoría absoluta representa un importante respaldo para los democristianos. Pero al mismo tiempo, al fagocitar al Partido Liberal Alemán (FDP), la señora Merkel se queda sin aliados claros para disfrutar de una sólida mayoría parlamentaria. Y es que en realidad la actual canciller se encuentra aislada en un cámara donde la mayoría de los escaños los ocupan tres formaciones todas ellas de izquierda, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Los Verdes, y La Izquierda. Si bien es cierto que por ahora se trata de una coalición negativa, en el sentido de que se descarta que puedan formar Gobierno por la enemistad histórica entre socialdemócratas y post-comunistas, en principio este escenario supone o bien un Gobierno en minoría de los democristianos, o bien una nueva gran coalición entre la CDU y el SPD. Tras la desaparición del FDP del arco parlamentario, es natural que el SPD sea reacio a ser (por segunda vez en este siglo) el aliado menor de la canciller Merkel. En cualquier caso, en un Bundestag dominado por la izquierda, al igual que la cámara alta, de carácter territorial (Bundesrat), donde tiene la mayoría el SPD al controlar un mayor número de gobiernos de los estados federados, lo que es evidente es que la CDU va a tener que negociar y ceder espacio a los socialdemócratas, salvo que éstos se nieguen a entrar en el gabinete y Merkel no quiera gobernar en minoría buscando apoyos puntuales, optando por tanto por convocar nuevas elecciones para obtener la mayoría absoluta de la que ahora mismo carece. Con todo, sería un movimiento arriesgado porque no es seguro que saliera reforzada de un segundo proceso electoral sin ni siquiera intentar formar Gobierno, aunque no sea de coalición y por tanto no garantice la estabilidad, valor por otro lado siempre muy apreciado en el país amigo.
¿Qué significa este complejo escenario político para la economía europea y en particular la de la zona euro? En principio, la necesidad de contar con el SPD para gobernar, ya sea en minoría o en coalición, supone que la CDU tendrá que reorientar su política económica y europea hacia posiciones más progresistas. Esto es una buena noticia para los países periféricos de la unión monetaria, y en particular para España. El papel determinante que con seguridad van a desempeñar los socialdemócratas, ya sea desde el gabinete o desde el parlamento alemán, augura cambios en las políticas de la Unión Europea, con mayor énfasis sobre el crecimiento que sobre la austeridad. No quiere esto decir que el SPD vaya a proponer abandonar la estabilidad financiera y presupuestaria, elemento clave de lo que podríamos llamar la ideología alemana. Pero un cambio político en Alemania del que fuera partícipe el SPD podría traducirse en una senda de ajuste fiscal más suave para los Estados donde coinciden estancamiento económico y niveles de déficit y deuda públicos elevados, lo que perjudicaría menos el crecimiento, así como la posibilidad de introducir los eurobonos como mecanismo para refinanciar las emisiones de bonos del Estado de los países periféricos. Es cierto que el SPD no ha apoyado en la campaña electoral esta propuesta, la cual se ha centrado en asuntos domésticos, como la aprobación de un salario mínimo oficial y la elevación de los impuestos a los más ricos. Pero desde luego, los eurobonos están ahora más cerca que hace una semana, aunque el camino por recorrer siga siendo largo y tortuoso, mientras que los socialdemócratas supondrán un apoyo adicional a ideas que ya están en fase de implementación gracias al apoyo de la propia canciller Merkel, como la introducción de un impuesto a las transacciones financieras internacionales que se originen en la zona euro. En definitiva, la reorientación de estas políticas se materializará mientras no haya nuevas elecciones a corto plazo. Por otro lado, el futuro electoral del SPD -si acepta de nuevo entrar en el Gobierno bajo la CDU- dependerá de que sepan capitalizar las principales medidas en el ámbito laboral y fiscal, al contrario de lo que sucedió en el período de la anterior gran coalición, entre 2005 y 2009.