Desde luego, determinado tipo de encuestas, realizadas por teléfono y con bases muestrales insuficientes, no permiten realizar previsiones muy finas, máxime si se tienen en cuenta también las propias volatilidades de la situación política y económica. Pero, sin embargo, en lo que coinciden casi todos los analistas, con buenas dosis de razón, es que el PP no está aprovechando las posibilidades del viento a su favor, debido a una situación interna que dista bastante de suscitar confianza en determinados sectores de su electorado. Por ello, puede decirse que Esperanza Aguirre, más allá de los daños objetivos que está causando con su proceder, sabe bastante bien lo que está haciendo.
El pulso en torno a Caja Madrid tiene, en este sentido, mucho más alcance de lo que parece a primera vista. Lo que muchos ciudadanos captan es que Aguirre está instalada en un desafío permanente, más allá del respeto a la estabilidad de las instituciones, mientras que sus oponentes en el PP permanecen a la defensiva, en un contexto general en el que Rajoy no parece capaz de afirmar su autoridad en el partido, no sólo de puertas adentro, sino incluso en lo que concierne a su falta de capacidad para controlar o supervisar operaciones de gran alcance (Caja Madrid y algunas privatizaciones desmedidas) y en fijar la línea pública del partido conservador español. Por ello, no es nada extraño que una parte del electorado no se fíe del PP y dé un paso atrás, compensando los riesgos de que la crisis actual erosione al gobierno del PSOE.