Las empleadas de la clínica San Rafael se niegan a acudir al trabajo con falda y han sustituido el uniforme que deja al descubierto sus piernas, por unos pantalones con el logotipo de la clínica, la misma indumentaria que visten sus compañeros. Pero a estas enfermeras, llevar pantalones les va a salir caro. Exactamente, les van costar los treinta euros que les supone la retirada del plus de productividad por no llevar falda. ¿Ahora resulta que vestir una falda consigue mayor productividad de los trabajadores? ¿No deberían entonces llevarla también los hombres?
La normativa de vestuario del centro es sexista, impropia de los tiempos que corren, además de suponer un claro incumplimiento de la Ley de Igualdad. Resulta totalmente disfuncional para un hospital, no vela por la seguridad laboral ni por la comodidad de su personal y sólo pretende que las enfermeras estén “monas” de cara al cliente, como “Las chicas de la Cruz Roja”.