Es importante recalcar esto porque la Esperanza de Vida es un indicador que define el promedio de años que puede esperar vivir un individuo que naciera en el año en que se hace el análisis si a lo largo de toda su vida se mantuvieran los mismos riesgos de morir en cada edad que los registrados ese año. Quiere decir esto que la esperanza de vida, al nacer o a cualquier edad, calculada por ejemplo para 2012, se elabora a partir de datos de mortalidad de ese año, e indica el tiempo que puede vivir, de media, un individuo que naciera en 2012, desde el momento de su nacimiento o el que le restaría por vivir cuando alcanzara una edad determinada. Se trata, como se comprende, de una aproximación teórica pues en realidad y como generalmente las condiciones de vida mejoran a lo largo del tiempo vital de una generación, esas expectativas se superan al alta en la medida en que se van cumpliendo años. Por eso la esperanza de vida teórica de una persona no es cero cuando, por ejemplo, alcanza los 70 años, a pesar de que la calculada para él según el año y el lugar en que nació fuera de 66 años. Una vez que una generación supera la edad promedio de supervivencia, el tiempo medio que le puede quedar por vivir a los que aun continúen en este mundo se deduce igualmente de aplicar las tasas de mortalidad que se registraron entre quienes realmente tenían esas edades en el año de nacimiento de la generación de estudio. No cabe duda de que es esperable que cuando los nacidos hoy lleguen a cumplir las edades que nos interesan, los 65 años en las simulaciones que hacemos, sufran una mortalidad menor que la que padecen actualmente los que ya tienen esa edad. Se trata del progreso, y desde esta perspectiva sin duda el tiempo restante de vida será mayor que el obtenido con esta metodología.

El comité de expertos al que el gobierno ha encargado el informe para la tan cicatera e injusta reforma ha publicado datos de esperanza de vida de la población española a la edad de 65 en diferentes años de cálculo a partir de extrapolaciones sobre las conocidas a día de hoy. No tienen más remedio que hacerlo así porque, como se ha dicho, es preciso conocer la mortalidad registrada a todas las edades en la población estudiada en un año determinado para calcularla y la última información disponible sobre ello en España es la de 2012, publicada por el INE el 18 de Junio pasado. A partir de las deducciones teóricas que hace, dicho grupo calcula un (mal) llamado “factor de equidad intergeneracional “, que no es más que un coeficiente de rebaja que se aplicará a las cantidades que deberían percibir en el futuro los pensionistas según el modelo aplicado hasta ahora.

Tomemos como ejemplo dicho año 2012 que, aunque no figura en la tabla, es el último con información fehaciente: la esperanza de vida a los 65 años en hombres es de 18,41 años y en mujeres de 22,36 años. Lo cierto, entonces, es que quienes hayan cumplido en 2012 los 65 años han nacido en el año 1947. Si consultáramos en la página web del INE las tablas de mortalidad de España del siglo XX observaríamos que la población española que nació en ese año tenía una esperanza de vida al nacimiento de unos 59 años si fueron hombres y de unos 64 años si fueron mujeres. Quiere decir esto que la mayor parte de esa generación, más de la mitad, muy probablemente ya ha fallecido. Por lo que van a alcanzar la anhelada jubilación una suerte de supervivientes que merecerían más bien premios que castigos y ver su pensión antes incrementada que saqueada. Según esas mismas tablas, los que de entre ellos alcanzaran en 2012 la edad de la jubilación, tendrían por delante, como media, aproximadamente 11, 50 años en el caso de los varones y 13, 20 años en el de las mujeres, calculados a partir de la mortalidad real registrada en 1947 en personas de esas edades. Es decir, aproximadamente 7 años menos en los hombres y 9 años menos en las mujeres de expectativa vital a esa edad entonces que ahora (ver tabla).

Pero hay otro dato relevante: los cálculos los hace el tan nombrado grupo de expertos a partir de una proyección lineal de las esperanzas de vida de los últimos años como si su incremento fuera una función aritmética constante y no estuviera sujeto a otros avatares. Lo está y mucho y así se demuestra en los datos registrados recientemente que arrojan que se incrementa la mortalidad general en nuestro país, en especial durante el primer año de vida, de los 5 a los 15 años y en las edades más avanzadas, provocando ya un “estancamiento técnico” de la esperanza de vida. Con datos del INE recién publicados se atestigua que la mortalidad creció en nuestro país en 2012 casi un 5% respecto a la del año anterior, siendo este crecimiento el mayor del decenio, a la vez que retrocede la esperanza de vida al nacer en el conjunto de la población y en las mujeres, sin duda como efecto, entre otras, de las políticas restrictivas que aplica este gobierno: los recortes en salud y en gasto social, la privatización del sistema sanitario público y otras iniciativas de desmantelamiento del sistema de protección social del que nos habíamos dotado. Sobre el impacto de las mismas en la salud existe mucha información disponible pero se debe resaltar un interesante trabajo científico que se ha publicado en la prestigiosa revista British Medical Journal el pasado 13 de Junio, que aborda directamente la triste realidad española.

Según el comentado último informe sobre Movimiento Natural de Población publicado por el INE es preciso resaltar que en la línea del retroceso de la esperanza de vida al nacer comentado, en 2012 se registra también un retraso en la expectativa vital a los 65 años de 0,2 años sobre la de 2011 en cada sexo. Si para fiasco de expertos y ministros y como parece, la esperanza de vida a los 65 años continuase retrocediendo en nuestro país en los próximos años sería bueno saber si se aplicaría ese coeficiente teórico que nos han presentado basado en falsas expectativas permanentemente al alza o se aplicaría el derivado de los auténticos cambios que puedan registrase. Si se confirmara la inquietante tendencia a la baja en las expectativas vitales conocidas en 2012, ¿se aplicaría el coeficiente a la inversa, es decir, incrementando el monto de las pensiones? O, directamente y hablando en plata, si como parece la esperanza de vida a los 65 años retrocede en los próximos años, ¿cabe en las previsiones de los ilustres consultados que aumenten las cantidades que nos abonarán cada mes en nuestras pensiones ajustándolas no sólo al IPC sino también al menguante tiempo que nos reste por vivir?

Sería lo justo. Algo así como un premio. De consolación, no lo dudo, pero un premio al fin.

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