Curiosamente, la política y la medicina tienen aspectos bastante parecidos. Los problemas tienen soluciones más o menos afortunadas según quienes tienen la responsabilidad de resolverlos. La política europea no es la misma cuando llevan la batuta dirigentes políticos como Jacques Delors, Helmut Kohl y Felipe González, o Nicolás Sarkozy, Ángela Merkel y Mariano Rajoy. Las negociaciones entre España y la Unión Europea tenían diferente resultado cuando las llevaba a cabo Felipe González. De eso debe estar muy convencido hoy nuestro Presidente del Gobierno.

En Grecia las vacilaciones, que no han terminado, de los máximos responsables de la Unión han preferido las soluciones paliativas a las radicales, y la muy discutible competencia de estos da el resultado que anunciaba el cirujano parisino: el tratamiento paliativo es más peligroso que el radical, y no resuelve el problema. A nosotros también nos alcanza tal miopía y somos muchos los que pensamos que se ha confiado la operación a cirujanos poco competentes.

Realmente está de actualidad la pregunta siguiente: ¿Es Europa el problema o la solución? Basta asomarse a los debates electorales de Francia para convencerse de tal dilema. No solo los extremos, ya pertenezcan a la derecha o a la izquierda -que suman alrededor de treinta por ciento de los votos- afirman que Europa es el problema. También los dos candidatos con reales posibilidades de alcanzar la Presidencia plantean la pregunta. Pero de distinta manera. Para el socialista Hollande, que en su día influyó para que su partido aprobase la Constitución europea, el problema está en la política rigurosa de ajustes y de equilibrio forzado de déficit, cuando se sabe que las necesarias medidas para impulsar el crecimiento están sistemáticamente olvidadas por una Unión dominada por la egoísta Angela Merkel. ¿Quién puede dudar de que para pagar las deudas hay que disponer de los ingresos necesarios? Quién puede dudar de que sin crecimiento no hay solución al paro, por muchas reformas laborales que se decidan. Por lo tanto, Hollande mantiene su decisión de renegociar este aspecto del pacto fiscal. Si no consigue convencer a sus socios someterá la ratificación del nuevo Tratado a referéndum. Para el presidente saliente, socio sometido a la cancillera alemana, Europa es el problema porque no cierra sus fronteras a la inmigración, porque no acepta sus propuestas sobre el IVA supuestamente social, de tasas sobre los bancos. No solo acusa, sino que también amenaza con actuar de manera solitaria y, por lo tanto, con manifiesta insolidaridad, hasta retirándose del Tratado de Shengen, parte integrante del Tratado de la Unión Europea. En realidad, son acusaciones prematuras e hipócritas, con una finalidad exclusivamente populista, porque la Unión está estudiando reforzar los controles a sus fronteras, así como establecer tasas sobre las transacciones bancarias, por eso se enfadó Cameron. La diferencia es clara: para Hollande, Europa es la solución si rectifica su política favoreciendo el crecimiento, y adoptando medidas sensatas para resolver el problema de las deudas soberanas. Prueba de ello es que en el Parlamento los socialistas no han votado en contra del Pacto fiscal, sino que se han abstenido. Para Sarkozy Europa es el problema porque la culpabiliza, con descaro, de las dificultades de Francia.

Pero, aunque se trate, por parte del candidato de derechas, de una táctica populista del “sálvese quién pueda”, sus intervenciones ponen a Europa en una situación difícil, porque refuerzan las fuerzas anti-Unión , tan potentes en su país. Es muy posible que tales excesos no los admita la corriente cristiano-demócrata de la derecha francesa, muy callada pero presente, y que fue uno de los iniciadores de la construcción europea. Se dice que las crisis hacen avanzar la construcción europea, por ineludible necesidad. Pero esto lo percibe una parte muy minoritaria de las sociedades. Al contrario, el escepticismo -cuando no la hostilidad- progresa en las opiniones públicas y la Unión Europea pierde terreno.

Ante los tropiezos de las derechas europeas es muy necesario que las fuerzas de izquierda recuperen la iniciativa. La próxima cita electoral es dentro de dos años. Dos años para convencer nuestros pueblos de que Europa es la solución y que el único problema que existe es a quién ofrecemos su Gobierno. No se puede perder más tiempo.