Una de las líneas rojas de esta campaña es el odio, y las diversas formas en las que se manifiesta. Entre otras, el apedreamiento de una caravana del PSOE en el barrio de Salamanca de Madrid. O los mensajes enormemente extremistas y violentos que algún dirigente del PP ha venido vertiendo, como si tal cosa, en las redes sociales. O la difusión en la red de unas vergonzosas imágenes trucadas de una ministra del PSOE por parte de una candidata del PP al Senado. Lo cual revela que el machismo más soez, a veces, también anida en las mentes de algunas mujeres de la derecha.

En varios de estos casos se han dado reacciones inmediatas, como no podía ser de otra manera. Pero el problema de fondo es que todos estos comportamientos no hacen sino poner de manifiesto el clima de odio que se está alentando desde ciertos círculos y medios de comunicación de la derecha. Este clima de odio hacia el PSOE no es que esté bordeando las líneas rojas de la cultura democrática, sino que las está traspasando por completo.

Si en algunos mensajes sistemáticos de odio contra el PSOE y los socialistas se sustituyera la palabra “socialista” por la de “judío”, los artífices y propaladores de tamaño odio entrarían de lleno en conductas delictivas castigadas en los códigos penales de muchos países. ¿Se está siendo consciente de esta peligrosa deriva?

Asimismo, en esta campaña se están dando algunos otros comportamientos, que no por más sibilinos y taimados dejan de ser preocupantes. Un caso llamativo es el de algunos líderes de CIU que se rasgan las vestiduras, y aparentan una gran indignación, ante un vídeo electoral del PSC en el que se pone el dedo en la llaga de un problema real creado por el gobierno nacionalista de CIU. El vídeo muestra la situación de un enfermo terminal que puede sufrir gravemente las consecuencias de los recortes sanitarios que está llevando a cabo CIU.

Los que realmente han visto el vídeo no piensan que sea para tanto y no acaban de entender el fariseísmo de esos líderes nacionalistas que se escandalizan por un vídeo, pero no se escandalizan por el problema real de fondo, que consiste en los efectos peligrosos y potencialmente nocivos de su política de recortes sanitarios, cosa que prometieron solemnemente en campaña que nunca jamás harían. ¿Puede darse un ejemplo más claro de transferencia proyectiva? ¿Cómo se explica tanta dualidad y cinismo?

Un problema adicional a este despropósito, en el que las víctimas potenciales intentan ser presentadas como culpables (¿a que les suena esto?), es que al final los del PSC se pliegan y retiran el vídeo para evitar problemas y sensibilidades. Incluso se anuncia que la retirada ha sido una “orden” expresa de Carme Chacón. ¿Una orden? Por cierto, en algún momento habrá que plantearse en el PSOE cómo se establecen los criterios de coherencia y concordancia en las campañas electorales. Lo cual no es una cuestión de centralismo, sino de manual y de sentido común.

Y, para colmo, el mayor despropósito de la campaña es el ocultamiento sistemático del programa del PP. Incluso se hacen discursos y se difunden proclamas que están en las antípodas de lo que el PP hará realmente si gana las elecciones.

Desde luego, el resultado de muchas de estas cosas no va a ir en la dirección de mejorar la calidad de nuestra democracia, ni de incrementar los niveles de credibilidad política.