El año pasado murieron 844 personas en España cuando realizaban su trabajo, una media de algo más de dos al día. Según los sindicatos fue un buen año, porque descendieron las muertes laborales. ¿Cuántos de ellos murieron como consecuencia de un “fallo técnico”? El fiscal de Riesgos Laborales del accidente de la obra de Mestalla apunta al “fallo técnico”, debido a la posible “fractura de un tornillo de gran dimensión”, como principal causa de este siniestro. Nada más y nada menos que un andamio y una placa de encofrado se han desmoronado como si fueran un castillo de naipes porque se ha partido un tornillo. Los sindicatos han denunciado las presiones y las prisas que sufrían los trabajadores en esta obra y los vecinos que conviven con ella aseguran que aquí se trabajaba a todas horas. ¿Se pueden catalogar como “fallos técnicos” algunas de las prácticas habituales que se utilizan en los tajos españoles? ¿Por qué se siguen permitiendo los destajos y los horarios excesivos? Si un obrero trabaja a destajo, y su salario de cada día depende de la cantidad de trabajo que realice, ¿se parará a colocar medidas de seguridad?, ¿tendrá en cuenta la calidad del trabajo que realiza? ¿Cómo es posible que se permitan, por ejemplo, contratos por horas y jornadas laborales en las que se incumple de forma sistemática la duración de ocho horas, que en sectores como la construcción, la industria o el transporte cuestan vidas?

El origen de tanto accidente en España no creo que se encuentre en “fallos técnicos”. Estos índices de siniestralidad tan altos y tan permanentes en el tiempo obedecen a fallos estructurales. Su verdadero origen está en que se permiten unas condiciones de trabajo abusivas, con contratos muy precarios y con una temporalidad escandalosa, porque, en algunos sectores, a la hora de contratar, vale todo. Se sabe que en muchos lugares se sigue acudiendo a la plaza pública de madrugada a llenar la furgoneta de trabajadores baratos, de los de “jornal”, y no sólo en pueblos perdidos por ahí. Durante las obras de la M-30 ésta era una práctica habitual en la ciudad de Madrid, los “encargados” de las subcontratas acudían a determinados puntos de encuentro -Atocha, Legazpi…- y llenaban el furgón para cubrir el tramo de la obra que fuera necesario.

En el lunes negro del 26 de mayo, y con los cuerpos de los trabajadores muertos todavía calientes, alguna “voz autorizada” de la patronal de la construcción se permitió el lujo de decir que una de las causas principales de los accidentes en las obras era culpa de los propios trabajadores, porque beben y se drogan en su lugar de trabajo. Es el colmo.

Desde el mismo inicio de las luchas obreras y la organización de los sindicatos en España, la seguridad y la prevención han sido reivindicaciones constantes. ¿Son compatibles con el siglo XXI prácticas como el destajo, el contrato de jornal o permitir jornadas laborales que exceden todos los límites? Más bien parecen una rémora del pasado que se sigue cobrando vidas cada día.