Las fugas radiactivas que se han producido en una central nuclear en Japón, como consecuencia de los efectos de un terremoto, son una nueva llamada de atención sobre los riesgos que entraña la energía nuclear.

La alarma que este hecho ha generado llega en un momento en el que los debates sobre la escasez energética estaban tendiendo a aminorar las prevenciones ante la energía atómica. Seguro que es cierto, como sostienen algunos, que en los últimos años se ha avanzado bastante en tecnologías que garantizan una mayor seguridad en las centrales nucleares. Pero es prácticamente imposible, como se ha visto en Japón, asegurar que dichas instalaciones no puedan verse afectadas por catástrofes o fenómenos naturales; o por ataques terroristas. El problema es que en la actual fase de desarrollo de la tecnología nuclear los humanos aun estamos jugando con fuego y que la fatalidad y/o la irracionalidad fanática pueden causarnos muy malas jugadas.