En efecto, había solicitado la participación en el campeonato francés pero el Gobierno galo, apoyado por su oposición, y los sondeos de opinión había sido muy firme: ni hablar, la ikurriña y la bandera catalana de acuerdo en los estadios pero estos futbolistas no solo solían meter muchos goles a las porterías adversas sino también a la identidad nacional. Y de este lado de los Pirineos el euskera y el catalán se toleraban para las conversaciones domesticas, pero nunca para cualquier asunto oficial, aunque fuera indicar una aparcamiento municipal. Además los Qatarís del Paris-St Germain recordaron que no habían comprado tres italianos, un sueco, un belga y dos argentinos para que otro equipo les birlase el título. Afortunadamente, la concepción geográfica de la UEFA, que incluye a Turquía e Israel en sus competiciones, le reservaba una plaza aunque el país estuviese fuera de la Unión Europea. Algunos señalaban ya que la situación del Barça iba a ser la ocasión para crear por fin el campeonato europeo de Clubs Adinerados que desde tantos años se soñaba. Una forma como otra de globalización.
El acontecimiento político ansiado desde hace más de tres siglos, de momento planteaba una seria papeleta. Embajador de su país, el Barcelona F.C. había decidido, como lo hace el Liverpool, iniciar sus partidos con música, pero en la práctica resultaba dificilísimo que los dos argentinos, el chileno, los dos brasileños, el canario y el manchego que jugaban en el equipo cantasen Els Segadors, y la televisión hoy lo denuncia todo. En esto, tenía menos dificultades su gran rival de antaño, el Real Madrid. No porque sobrasen sus nacionales. Los dos portugueses, los dos alemanes, el francés, el argentino, el brasileño, titulares del equipo, podían cantar el himno español sin dificultad ya que nunca se consiguió poner palabras a la música. Problema tradicional de España.
Lo único que parecía positivo en tal panorama es que los respectivos hinchas habían enmudecido al desaparecer el blanco de sus injurias. Era tal la pesadilla que me desperté empapado en sudores. Pronto se sosegó mi ánimo y mi corazón. Esta perspectiva podía parar a los insensatos y de todas maneras era evidente que en lo más importante que existe hoy en el país, el fútbol, la noción de las fronteras era un timo. ¿Cómo podía concebirse este deporte sin los fichajes de oriundos?, algunos además justificando considerables ventajas fiscales, sea en Madrid, Barcelona, o La Coruña. Sí pero, ahí estaba el Atlético de Bilbao con su tradición de no fichar nada más que vascos, aunque aceptase un jefe de plantilla extranjero. Pero, como no ganaba ningún título, por lo tanto su ejemplo no valía.
Mi tranquilidad duró poco. El periódico, la radio, la televisión solo hablaban de crisis, de paro, de recortes, de deuda, de pobreza. A lo mejor no había realmente despertado y seguía con otras pesadillas.