El protagonista de este excepcional documental, George Harrison, no es el componente más conocido del mítico grupo de Liverpool, aunque nadie puede negar que sea uno de los más prolíficos. Nacido en esa ciudad en 1943, fue compositor de canciones clásicas como “Here Comes the Sun” o pionero de la introducción de instrumentos orientales como el sitar para el gran público. Un personaje popular pero a la vez desconocido en cuanto a sus inquietudes y a su forma de ver y entender el mundo.

En este año, 2011, se cumplen dos aniversarios importantes para sus seguidores: el cuarenta aniversario de su álbum en directo “The Concert for Bangladesh” y, el próximo 29 de noviembre, los diez años de su muerte. Ambos, son un magnífico pretexto para el estreno de este documental dirigido por Martin Scorsese en el que se relata la vida y la trayectoria profesional del compositor, guitarrista y productor de cine. Con imágenes y grabaciones inéditas, ahonda en la todavía desconocida trayectoria artística y biográfica de George Harrison, desde su nacimiento hasta su muerte en 2001. Por el camino, sus años locos como miembro de The Beatles, los altibajos de su carrera en solitario, y todo ello salpicado por las alegrías y las penas de su vida privada. Harrison viajó a todas partes, conoció a todo el mundo y alcanzó cotas de fama solo soñadas por la mayoría. Al margen de la épica, el documental es profundamente personal. Paul McCartney, Eric Clapton, Yoko Ono y Olivia Harrison, entre otros, hablan abiertamente sobre George y las vivencias que compartieron con él.

Si ya era importante la vertiente de documentalista de Scorsese, con “Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano”, “No Direction Home: Bob Dylan” o “Shine a Light” de los Rolling Stones, con esta nueva incursión en el género se confirma la apuesta del cineasta italoamericano por el mismo. Y con valentía sacrifica una vez más la comercialidad por la calidad, y hace un producto que se sale de los estándares en cuanto a la duración, cerca de cuatro horas, porque en cuanto a la narración no innova nada en absoluto pero logra mantener la atención del espectador sin desfallecimientos en ningún momento. El relato de su vida muestra con sus luces y sombras que Harrison era altruista, sensible en lo emocional y artístico y, sobre todo, visionario en cuanto a que los problemas del mundo sólo pueden encontrar solución a partir de que el hombre acepte su dimensión espiritual.