“Gordos” es el segundo largometraje de Daniel Sánchez Arévalo y si con el primero, “Azuloscurocasinegro”, obtuvo el reconocimiento de la crítica y en menor medida el del público. En esta ocasión, será unánime y acompañado de una buena taquilla. El acierto del tema, sin duda, mucho va a tener que ver con su razonable éxito pero la película supone un logro en lo visual, con una estética atrevida y acompañada de una peculiar narrativa a la que nos empieza a tener acostumbrados en todos sus trabajos.
Es una tragicomedia sobre los excesos y las carencias de la vida. Los complejos, las fobias, las obsesiones, los traumas, los errores, los miedos, la culpa, los deseos, las ilusiones, los retos, los compromisos, las metas, las relaciones, el amor, el sexo, la salud, y como no, la familia. Es una historia coral que gira en torno a una terapia de grupo, de gente con problemas relacionados con la obesidad.
Un guión excesivamente complejo, con situaciones inabarcables que imposibilita que siempre se acierte en su ejecución. El resultado final es más que correcto. La interpretación de los protagonistas nos rememora a personajes de nuestra vida real. Absolutamente tiranizados por la imagen y las exigencias de una sociedad de consumo. Donde sólo tienen cabida los altos, guapos y delgados cuerpos, el nuevo paradigma del éxito.
Si lo mejor de la cinta es lo visual, lo que la lastra son los excesos dramáticos y los numerosos discursos auto conscientes que apelan a nuestra conciencia. Pero en conjunto es un buen trabajo que confirma la trayectoria ascendente de su director.