Somos conscientes del escasísimo margen de que disponen estos gobiernos PIGS. Cada jornada de castigo en los mercados de deuda abre una herida lacerante en sus economías maltrechas. Cada duda que se cierne sobre su sometimiento a las exigencias de los especuladores y al recetario de la ortodoxia les arrima un paso más hacia el abismo. En este contexto, el hecho de que fueran elegidos para aplicar políticas progresistas se convierte en un sarcasmo más. Pero, más allá de lo que se puede o no se puede hacer desde aquí, ¿hay alternativas? ¿Existe una salida a la izquierda?

Dios me libre de cuestionar la sacrosanta autonomía del Banco Central Europeo, pero ¿cabría la posibilidad de que esta institución adoptara en algún momento sus decisiones con la finalidad de atender al objetivo del crecimiento económico y la generación de empleo, tal y como demandan la gran mayoría de los ciudadanos de Europa? ¿O es inevitable que responda solo a las estrategias conservadoras de Merkel y Sarkozy, en beneficio de sus propios intereses nacionales? ¿Sería remotamente posible que este banco actuara alguna vez conforme a la intención para la que fue creado, la protección del conjunto de la economía europea y su moneda? ¿Podría llegar incluso a la osadía de combatir las estrategias de especulación que amenazan la estabilidad del euro?

Otro ejemplo: ¿Vamos a simular indefinidamente que formamos parte de un club de socios leales o reconoceremos en algún momento que aquí cada uno va a lo suyo? ¿Hasta cuando nos limitaremos a “insinuar” que buena parte de las decisiones, de las no-decisiones, incluso de las declaraciones de Merkel y compañía, supuestamente en clave europea, responden en realidad a su propia interpretación del interés de la economía alemana, cuando no al interés electoral de su partido? ¿Seguiremos ignorando que algunas de sus palabras, aparentemente casuales y desinteresadas, acaban provocando el encarecimiento de una deuda, la nuestra, y el abaratamiento de otra deuda, la suya? ¿Podremos reconocer al menos que Europa no cuenta y no contará con una política económica y fiscal común, ni con una regulación anti-especulativa de los mercados, porque no le interesa a la derecha gobernante en los países más poderosos de la Unión?

Un pecado mortal más. ¿El objetivo de reducción del déficit al 3% en 2013 aparece escrito en las Tablas que bajó Moisés del Monte Sinaí, o se trata de un objetivo de autoría humana y por tanto revisable en función de los intereses de los seres humanos? Soy consciente de que cualquier gobierno que insinúe tan solo algo parecido será castigado de inmediato al infierno del descrédito (en los dos sentidos, en el moral y en el financiero), pero ¿no sería legítimo al menos considerar la posibilidad de acompasar la velocidad en la reducción del déficit con otras medidas destinadas a estimular la demanda, reactivar la economía y crear puestos de trabajo? Los americanos lo hacen, y no son menos “creyentes” que nosotros. ¿Y no podríamos “amnistiar” al menos, en la carrera por satisfacer al mercado reduciendo gastos, aquellas inversiones de interés estratégico como las destinadas a educación, a investigación o a infraestructuras competitivas?

El gobierno español ya ha arriesgado en la heterodoxa política de protección a los más débiles. A diferencia de otros ejecutivos europeos, en un contexto de ajuste fiscal global, aquí se han mantenido los esfuerzos públicos en la cobertura a los desempleados (al 80%), se ha seguido aumentando la cuantía de las pensiones más bajas, se han sostenido las inversiones en educación y sanidad, se han incrementado las becas al estudio, se han ampliado derechos subjetivos en la dependencia, se han duplicado las ayudas para el acceso a la vivienda… Aquí se ha recortado salario a los empleados públicos, pero no se ha despedido a nadie.

Los especuladores lo consideran una herejía, propia de un PIG despilfarrador e indolente. Los gobiernos de derechas de centro-europa alimentan esta visión falsa e injusta ante sus opiniones públicas, para venderse en contraste con ventaja. Y ahí aguantamos…

Pero, ¿no podríamos ir un poco más allá? ¿Hay una salida a la izquierda? ¿Hay alguien capaz de defenderla?