Hobsbawm no fue un historiador económico, pero precisamente por esa visión global fue capaz de desentrañar los procesos económicos necesarios para entender el pasado y el presente. Con sus diversos trabajos nos adentramos en la comprensión de las formaciones sociales precapitalistas, el surgimiento de la revolución burguesa, la evolución y consolidación del capitalismo en el siglo XIX y todo lo que supuso el imperialismo. A todo el periodo que se inicia en 1780 y termina en 1914 dedica varios libros que forman esta serie “La era de la revolución, 1789-1848”; “la era del capital, 1848-1875”; y “La era del imperio, 1875-1914”. Posteriormente se adentró, en el siglo pasado, con una de las obras que le ha dado más fama a escala internacional como es “Historia del siglo XX”.

En este libro, al tiempo que aprendemos mucho sobre este siglo tan convulso, pero en el que se han logrado progresos indudables, podemos contemplar los grandes conocimientos de los que gozaba este historiador, así como su gran cultura y erudición. Hobsbawm nos ha proporcionado una comprensión del pasado donde la economía desempeña un papel fundamental. Además, gracias a su prosa ágil y brillante podemos disfrutar aprendiendo, disfrutar con la lectura, sin que se den dificultades para la comprensión de todas las cuestiones que afronta y narra.

Su obra es muy extensa y abordó muchas más cuestiones que las que aquí mencionamos, pero lo que sí queda patente es que todo economista que se precie, para no quedar mutilado en sus conocimientos, debe adentrarse en algunos de los libros o artículos de este autor si realmente desea querer entender mejor el funcionamiento del mundo real. De hecho, yo conocí la obra de Hobsbawm gracias a la recomendación que hacía el profesor Rojo en clase sobre el libro “las revoluciones burguesas”, pues así se tradujo, en los años sesenta, por la editorial Guadarrama el que hemos mencionado con anterioridad, ”La era de la revolución”. Me encantó aquel libro y me abrió una perspectiva de la historia que para mí anteriormente había sido desconocida. De forma, que un excelente profesor de teoría económica, que ha sido gobernador del Banco de España, fue el que nos introdujo a este magnífico historiador.

Las relaciones entre la historia y la economía no son fáciles, por ello es por lo que resulta muy interesante leer el texto que se puede encontrar en el libro “Sobre la historia” que se denomina historiadores y economistas, y que fue la base sobre el que impartió las Conferencias Marshall, que pronunció en la facultad de Económicas de la Universidad de Cambridge en 1980. Algunas cuestiones que plantea adquieren hoy mucha actualidad con motivo del surgimiento de la crisis económica. Así dice: “Como mínimo algunos economistas se sienten descontentos del estado de su disciplina. Tal vez los historiadores puedan contribuir a aclararlo, si no a revisarlo”.

Las relaciones entre ambas disciplinas han sido complejas y problemáticas. De modo que, según Hobsbawm, los economistas e historiadores viven en precaria coexistencia. Sugiere que esto es insatisfactorio para ambos grupos. Hay que reconocer, señala, que, con el crecimiento numérico, la profesionalización y la academización de esta disciplina y de tantas otras, han aparecido también gran número de obras cuyo objetivo no es interpretar el mundo ni cambiarlo, sino hacer que progrese la carrera del autor y ganar puntos a costa de otros cultivadores de la disciplina. Esta visión es muy lúcida y sirva para explicar por qué la ciencia económica oficial ha estado tan ciega ante el surgimiento de la crisis y su desarrollo posterior.

De todo este texto se deduce que, salvo raras excepciones como Marx y Schumpeter, entre los más significativos, la economía desde Marshall ha ignorado bastante la historia, elaborando aparatos teóricos esencialmente estáticos. Pero como se pone de manifiesto una vez más la economía es dinámica, está sujeta a cambios y a ciclos. La crisis debe servir para repensar, entre otras cosas, la enseñanza de la economía, y sería muy interesante que esta disciplina fuera compatible con la historia. Una historia que ha tenido un gran maestro en Hobsbawm. Sus obras son un legado imprescindible, pero no tendremos ocasión de leer sus importantes apreciaciones sobre los problemas de la sociedad de nuestro tiempo.