Hace unas semanas, asistimos al espectáculo bochornoso de ver a Francisco Camps, presidente de la Generalitat que puede sentarse en el banquillo acusado de cohecho impropio, firmar el manifiesto del PP, en el que la derecha reniega de la corrupción política y pide actuar contra ella con rapidez y contundencia. El PP de Valencia, sin ningún pudor y memoria, afirmaba que mantenía en sus candidaturas a los implicados en el caso Gürtel. Estos hechos, lamentables e impropios de un sistema democrático, no afectan sólo al PP, sino que trasladan a los ciudadanos un mensaje de complicidad y compadreo con la corrupción que, siendo minoritario, aleja cada vez más a la población de sus representados y de la política.
Con imágenes como estas, a nadie puede extrañar que en las últimas encuestas del CIS, el tercer problema para los españoles sea la clase política, con un 27,3 % que va creciendo mes a mes. La corrupción, es un problema de la sociedad en su conjunto que debe ser combatido por tierra, mar y aire, sin excusas de ningún tipo y afecte a quién afecte.
Según el Barómetro Global de la Corrupción de Transparency Internacional 2010, aproximadamente siete de cada diez encuestados en Argentina, Bosnia-Herzegovina, Canadá, Francia, Alemania, Grecia, Islandia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Pakistán, Portugal, Rumania, Eslovenia, España, el Reino Unido, Estados Unidos y Venezuela opinaban que las acciones de su gobierno son ineficaces o extremadamente ineficaces a la hora de luchar contra la corrupción.
Junto a esta opinión, la mayoría de las 91.500 personas de 86 países, entrevistadas en el Barómetro 2010, percibían un incremento de los niveles de corrupción en sus países durante los últimos tres años. Ante la pregunta de ¿Cómo cree que ha evolucionado el nivel de corrupción en este país en los últimos tres años? Los resultados, en relación a España, mostraban que un 3% decía que había decrecido, un 24 % que estaba igual y un 73% que se había incrementado. Estos datos, coinciden con la media de la Unión Europea y, trasladan un mensaje claro por parte de los ciudadanos: creen que la corrupción está cada vez más presente y piden mecanismos de transparencia e integridad para evitarla.
Hay que actuar de manera contundente en el conjunto de la sociedad y, sobre todo, hay que escuchar a los ciudadanos. En el barómetro 2010, los cinco ámbitos que se consideran más afectados por la corrupción son: los partidos políticos, los encuestados que consideran que son corruptos o extremadamente corruptos han pasado de un 60 % en 2004, a un 80% en 2010. El segundo puesto lo ocupan los funcionarios públicos, los parlamentos/congreso, con un porcentaje que va del 60 % en 2004, al 61% en 2010. El tercer lugar, la policía con un porcentaje del 59 % en 2010, cuando hace seis años era del 57 %. El cuarto, las organizaciones religiosas, que de un 28% en 2004, llegan en 2010 al 53%. Y el quinto, el sector privado, con un 47 % en 2004 y ahora con un 52%.
En otro artículo, señalaba que la falta de transparencia y la corrupción son dos factores interrelacionados que debilitan gravemente la democracia y alejan a los ciudadanos de la política. Por este motivo, la agenda política y social tiene que centrarse en lo que demandan los ciudadanos. ¿Y qué quieren?, los ciudadanos reclaman que para mejorar el funcionamiento de la democracia hay que avanzar en honradez. Con ella, avanzan y se modernizan nuestras sociedades, es un indicador de la calidad de nuestro sistema democrático, pero, sobre todo, implica a los ciudadanos en el proyecto colectivo de conseguir la mayor libertad, igualdad y felicidad para todos.
¿Alguien puede considerar exagerado que la gente demande honradez, después de tantos años de neoliberalismo donde todo vale para conseguir lo que se desea?.Creo que no, porque lo que en el fondo se está demandando es un cambio de valores profundo en la sociedad. No obstante, para confirmarlo simplemente hay que ver las encuestas sobre tendencias sociales que elabora el GETS. En ellas, la primera medida que plantean los ciudadanos para mejorar el funcionamiento de la democracia es la honradez.Y además, el porcentaje de ciudadanos que la reclaman ha aumentado a lo largo de la última década. Se ha pasado, de un 23,4 % de los ciudadanos que la demandan en 2001, al 27,57 %, en 2010. Sin olvidar, que en el año 2006 llegó hasta el 33,2 % de la población.
Queda mucho camino por recorrer y hay que andarlo. Y como escribió Cicerón, “la honradez es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho”. Más aún, cuando el beneficio es más y mejor democracia.