Cuando ambos candidatos coinciden en las propuestas es que ambos han llegado a la conclusión en el diagnóstico de lo que está ocurriendo en el seno del partido. Cuando se habla de más democratización, es que en los últimos tiempos existía un déficit de ello, evidenciando que las principales decisiones adoptadas por el Gobierno con carácter de urgencia y sin el conocimiento de sus principales dirigentes.
También coinciden en el principal problema que ha llevado al PSOE a obtener una derrota tan abultada en las pasadas elecciones: la falta de credibilidad debido a la defensa de unas ideas y luego, en la práctica, aplicar otras muy diferentes. Esta actitud ha provocado no sólo un divorcio con la sociedad, sino también con los militantes. Por lo tanto, para que el PSOE vuelva a recuperar la credibilidad perdida, ha de comenzar por sus militantes, con ilusionarles y con hacerles partícipes de su acción institucional.
La mejor manera de hacerlo es llevar este debate al propio Congreso Federal, dónde no sólo se tiene que debatir el cambio de la estructura interna del PSOE, sino también como se debe afrontar la oposición para ganar la confianza y credibilidad de los ciudadanos.
A nadie se le escapa que la falta de confianza en el PSOE no sólo ha influido la crisis económica y sus acciones ante ella, sino también la falta de credibilidad en una clase política muy desgastada por los casos de corrupción y los debates pueriles de algunos partidos políticos más cercanos a la demagogia del populismo que a la resolución de los problemas de los ciudadanos.
Durante estos días, estamos asistiendo al bochornoso espectáculo que están ofreciendo los nuevos alcaldes del PP, subastando los coches oficiales de sus antecesores en los siempre apetitosos escaparates de los medios de la extrema derecha, ya sean Telemadrid, Abc o Intereconomía. Con esas campañas, insisten en desprestigiar a la clase política en general, conscientes de que los críticos están en la izquierda y que los votantes de la derecha son fieles a sus siglas, suceda lo que suceda. Ya lo hemos visto en Valencia, Baleares o en Madrid, donde la corrupción no ha supuesto ningún desgaste en sus siglas. La misma estrategia del PP la sigue UPyD, aunque con un sentido distinto. A sabiendas de que nunca serán alternativa de gobierno, entran en la carrera de la demagogia sin ningún pudor.
Estando así las cosas, el PSOE debe abordar que tipo de oposición quiere mostrar a los ciudadanos, sin perder la perspectiva de los principios que siempre ha exhibido en sus propuestas programáticas, pero trabajando también en romper con la imagen que los ciudadanos tienen en los políticos, incapaces de resolver sus problemas y enfangados en guerras y debates donde el “y tú más” es el principal arma.
En este sentido, el PSOE debe ser coherente con su programa electoral y siendo como es un partido de mayorías, ha de ganarse la credibilidad de los ciudadanos aportando soluciones y buscando el acuerdo en las principales cuestiones “de Estado”. Desterrar la bronca partidista en las instituciones es la mejor fórmula para ganar credibilidad, eso sí, marcando la línea roja en la defensa del estado del bienestar, lo público y los derechos ciudadanos adquiridos, donde se debe ser inflexible.
El enfoque con el que los socialistas afrontaron la pasada campaña electoral también va a ayudar a ganar esa credibilidad, tal y como el Partido Popular ha comenzado al frente del Gobierno. El discurso del programa oculto del PP, que en el debate televisivo ante más de doce millones de espectadores, Rajoy se encargó de desmentir constantemente para ahora evidenciar, a los pocos meses de aquello, que era una realidad.
De ir en esta dirección, el PSOE partirá con terreno ya ganado. Si por el contrario se insiste en la bronca y en incrementar la crispación, cada vez serán más los ciudadanos que le abandonen. Ahora, por tanto, los ciudadanos están mirando con lupa a los militantes y dirigentes socialistas y que, en este Congreso, encuentren la senda adecuada.