La organizaciones ecologistas hablan de tragedia medioambiental y advierten que las zonas más afectadas por el vertido no volverán a ser agrícolas y no se sabe cuánto tiempo puede pasar hasta que el lugar vuelva a ser habitable. Mientras, en nuestro país se recuerda la catástrofe de Aznalcóllar ocurrida en 1998, cuando la ruptura de uno de los muros de una balsa de residuos de pirita descargó 5 millones de metros cúbicos de lodos y aguas tóxicas al Parque Natural de Doñana.

Accidentes como el de Hungría o el de Aznalcóllar pueden seguir sucediendo, según los ecologistas. Los metales como el aluminio son un elemento fundamental en las sociedades occidentales, hay miles de plantas metalúrgicas en el mundo y los residuos no pueden destruirse, solamente almacenarse, algo que ha de hacerse con sumo cuidado.

Para los grupos ecologistas, la regulación española sobre la seguridad de las plantas de almacenamiento de lodos tóxicos es la correcta “sobre el papel”, aunque dudan de que la industria sea todo lo escrupulosa que debiera, más aún en tiempos de crisis. Habrá pues que tener la vista puesta para que la seguridad no sea un es un privilegio de algunos y que episodios como éstos no vuelvan a ocurrir.