Pero ni en el Sahel ni en África Francófona las intervenciones francesas ni mucho menos han resultado ser siempre las más adecuadas, las más oportunas ni las mejor orientadas políticamente. Ya al principio de la intervención por parte francesa han trascendido quejas ante la insuficiencia que se considera recibe Paris en cuanto a la ayuda prestada por los aliados de la OTAN. Según diversos indicios, sin embargo, tal ayuda se estaría incrementando con rapidez, por parte española desde luego, pese a la reticencia mayoritaria al envío de tropas.

NO SERÁ UN PASEO MILITAR

Desde luego, y al menos por ahora no parece que la intervención en Malí sea un mero paseo militar. Los soldados franceses ya se han encontrado con un enemigo bien armado, versátil y huidizo, que se mueve en una inmensa zona desértica y dispone de escondites urbanos, donde hay muchas posibilidades para el repliegue táctico y el retorno violento, así como para la emboscada y para la guerrilla en definitiva. Pese al uso de la aviación, la eficacia de la intervención puede quedar muy condicionada por la misma falta de calidad de las fuerzas armadas de los países africanos que actúan.

Tierra de nadie, espacio muy peligroso de pobreza, extremismo religioso, terrorismo, narcotráfico y Estados fallidos, a toda la Europa del Sur de manera muy especial, y por supuesto a España, así como a toda África Septentrional, mucho se le ha perdido en Malí y en el Sahel. Su inseguridad se ha acentuado por el reflujo generalizado al término de la guerra de Libia, contando con una notable cantidad de armas, refugiados y excombatientes con experiencia militar, libios y no libios, que se integraban en las bandas armadas del coronel Gaddafi.

SERÁ UNA INTERVENCIÓN COMPLEJA

Pendientes de la evolución del conflicto, no es descartable que nos encontremos de nuevo con otra de las guerras africanas de perfil variable, carácter endémico y conocimiento esporádico, que también presentan inquietantes ramificaciones de carácter desestabilizador y se alargan mucho más lejos que Malí, Niger y Mauritania; ya conducen a Somalia y Nigeria, por ejemplo, también a las fronteras de Marruecos y Argelia. Malí, por tanto, acabaría siendo algo así como el resumen de diversos datos conflictivos y peligros encadenados, de carácter ampliamente regional.

Así resulta contradictoria, aparentemente, esa superposición de la lucha internacional contra el terrorismo, el crimen organizado, el fanatismo religioso y el narcotráfico, que de todo hay en el Sahel, en países miserables con poblaciones desasistidas y regímenes corruptos, que también deben recibir atención. En Malí se había llegado a la formación de un condominio yihadista por parte de tres organizaciones armadas; su consolidación, esperemos que definitivamente interrumpida, habría creado situaciones difícilmente reversibles, muy amenazadoras para el África Septentrional y la Europa del Sur. La intervención internacional se ha hecho necesaria.