España está experimentando ahora el fuerte incremento en la llegada de inmigrantes que ya vivieron otros países de nuestro entorno hace algunos años. Aprovechemos la ventaja y aprendamos de su experiencia. Las aportaciones de la mano de obra inmigrante al despegue económico de Alemania, Francia y Reino Unido durante el último medio siglo han tenido su correlato en el desarrollo español de la última década. Trabajemos ahora para que los estallidos de violencia que se han producido en algunos guetos de la inmigración londinense o parisina puedan ser prevenidos y evitados aquí.

El brutal ataque recibido por una joven ecuatoriana en un tren catalán, retransmitido constantemente por todas las cadenas de televisión, ha despertado la justa indignación de muchas personas, inmigrantes y no inmigrantes. La actitud chulesca del agresor tomando cañas en su barrio y el inicial comportamiento titubeante de la administración de Justicia no han contribuido precisamente a serenar los ánimos y fomentar la confianza en las instituciones.

Pero cuando apenas habíamos digerido el lamentable episodio anterior, nos desayunamos con las más que desafortunadas declaraciones del Fiscal Jefe de Madrid. Este fiscal, recordemos, fue nombrado por el Gobierno de Aznar y Cardenal para sustituir precisamente al que entonces ejercía de Fiscal incómodo al poder y hoy es Ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo. El señor Moix, con intenciones que no vamos a cuestionar, ha señalado directamente a la inmigración como responsable del incremento de la delincuencia en la Comunidad de Madrid.

Los argumentos esgrimidos para justificar tal señalamiento son aparentemente objetivos. Moix ha elaborado un simple cuadro reflejando la procedencia territorial de los acusados por delitos diversos en la región madrileña. Y al parecer hay un porcentaje importante y creciente de acusados procedentes del extranjero. ¿Y no tendrá eso que ver con el hecho de que ahora hay más inmigrantes que antes?

¿Por qué no ha añadido a su informe un cuadro más que distinga a los delincuentes en función de su voto? ¿Por qué no incorpora otra tabla incluso atendiendo a la actividad profesional de sus padres? ¿Podríamos entonces establecer que el incremento de la delincuencia se debe a los votantes del PP, o del PSOE, o a los hijos de los médicos o de los panaderos? No. Resultaría arbitrario e injusto. Tan arbitrario e injusto como el informe que leyó el señor Moix en la apertura del año judicial en Madrid.

La delincuencia no está vinculada a la procedencia territorial del delincuente. Y establecer públicamente tal relación contribuye a la estigmatización social de los inmigrantes y al estímulo de los bajos instintos que movían al energúmeno del tren de Cataluña. Hay, es verdad, un vínculo entre marginalidad y riesgo de delincuencia. Y a este riesgo hay que enfrentarse con estrategias que prevengan y combatan la marginalidad y la exclusión social. No con la gasolina de declaraciones imprudentes.

La inmigración constituye una oportunidad formidable para el desarrollo y el progreso de nuestra sociedad. También puede convertirse en una bomba de relojería si no se gestiona con previsión, con inteligencia y responsabilidad. Control e integración. Esta es la receta. Control de flujos e integración social, con iguales derechos e iguales deberes, sin discriminaciones y sin privilegios. Y sin estupideces, por favor.