La jornada de 48 horas fue una de las grandes conquistas históricas del movimiento obrero, que se remonta a la primera parte del siglo XX. Pero ahora, de un plumazo, precisamente los Ministros de Trabajo nos quieren retrotraer a un período en el que las condiciones de trabajo eran enormemente penosas e inhumanas. ¿Cómo se compagina esta medida draconiana y desmedida con el notable crecimiento de la riqueza y de la productividad que ha tenido lugar en países avanzados como los europeos?

Con los actuales avances técnicos es evidente que se pueden mantener buenos niveles de productividad sin recurrir a grados tan extremos de explotación humana, como suponen jornadas de trabajo de más de once horas diarias. Por lo tanto, solamente desde posiciones sumamente codiciosas se pueden explicar tales exigencias laborales. Aunque nunca se podrá entender que sean precisamente los Ministros de Trabajo de importantes países europeos los que se pongan a la cabeza de unas reivindicaciones propias del más trasnochado capitalismo “manchesteriano”.

¿Hasta dónde estarán dispuestos a llegar algunos en sus políticas de retrocesos sociales? ¿Acaso no entienden lo inhumano de jornadas de más de once horas diarias?

Si los Sindicatos no son capaces de reaccionar inmediatamente y no logran frenar en el Parlamento Europeo tamaño despropósito, es muy posible que estemos en los umbrales de su difuminación definitiva.