El hecho de que el motivo argüido por la Comisión de selección nombrada por el Señor Lassalle haya sido tan peregrino como sostener que la revista Temas no tiene interés en sus “contenidos”, ni “relevancia sociocultural”, ni valor alguno en su “diseño” (sic), añade un elemento de insulto y escarnio a nuestra exclusión; que este año se ha repetido y, además, con unas puntuaciones aún peores que las del año pasado. Es decir: “si no quieres caldo, ¡toma dos tazas!” –nos han dicho.
Pues bien, a partir de tal tipo de conductas –inéditas durante todo el ciclo de la Transición Democrática?, resulta sorprendente ver cómo el Señor Lassalle lloriquea desde las páginas de El País –o lo aparenta? por la pérdida de calidad democrática de nuestro sistema político. ¿Por qué? Sencillamente porque el malestar que están generando muchas de las políticas del actual gobierno del PP se está traduciendo en un voto de indignación, de rechazo e, incluso, de abierto izquierdismo.
O bien, el Señor Lassalle –y similares? no se entera del malestar que está cundiendo en la calle, con el paro, la precarización laboral, la pobreza, las carencias, los endurecimientos, los recortes, etc., ¡y con la arrogancia extremista y excluyente –casi perseguidora? que practican personajes como él mismo! O bien, cuando lloriquea y se rasga las vestiduras por el resurgir de los “extremismos”, las “estrategias subversivas” y la “antipolítica”, lo que está haciendo es un simple ejercicio de impostura. Es decir, dice lo contrario de lo que hace. Y se queja ante los riesgos de comportamientos extremistas y antidemocráticos similares a los que él practica. ¿Cómo puede extrañarse de lo que están provocando personas como él? ¿Acaso no sabe lo que se piensa en el mundo de la cultura por la política de tierra quemada que ha venido pilotando?
Lo único que nos faltaría contemplar es que el Señor Lassalle vuelva a buscar refugio en las páginas de publicaciones como El País para postular lo contrario de lo que ha hecho cuando ha estado aupado en las alturas del poder. ¿Tan cercano ve el final de su ciclo político? ¿No entiende realmente todo lo que ahora está rechazando la opinión pública? ¿Acaso se atreverá a decir que “él solo cumplía órdenes” y que todo era cosa de unas “comisiones de funcionarios con manguitos”?
Pero, claro, sobre ejercicios de impostura, la historia está llena de ejemplos y de maestros de los que se puede aprender mucho. A lo mejor el siguiente paso de personajes como el Señor Lassalle es reclamar grandes acuerdos con las fuerzas sensatas y razonables de la izquierda y de aquellos sectores del mundo de la cultura y del pensamiento a los que hasta ayer él echaba de su despacho con cajas destempladas, y sin ningún complejo. ¡Cuánta impostura!