No es ninguna novedad el papel que juegan los abuelos en su relación con los nietos. Pero lo que sí es ahora relevante es que este papel está fuertemente condicionado por el trabajo fuera del hogar de mujeres en edad activa que tienen dificultades para realizar las tareas de cuidado de los hijos. Es precisamente la incorporación laboral de estas mujeres la que ha puesto de manifiesto el problema, ya que cuando sólo era el varón el que realizaba trabajos remunerados fuera del hogar quedaba la mujer, que como esposa, madre y ama de casa respondía a todas las necesidades de los miembros de la familia.
La organización laboral, tenga el sexo que tenga el trabajador, no tiene mayoritariamente en cuenta horarios y necesidades de los hijos menores o de las personas dependientes de los trabajadores. Los servicios que se ofrecen para paliar esta situación, incluso los generados en las ciudades de mayor tamaña, no pueden dar una respuesta completa. Además de su coste, que para muchas familias resulta prohibitivo. Y es ahí donde entra el papel de los abuelos y de los abuelos jóvenes en relación con abuelos mayores.
El problema es que esta tarea de cuidado no está remunerada, lo que implica que los problemas de ingresos insuficientes que tienen una parte importante de las personas mayores de nuestro país, especialmente las mujeres mayores, no se resuelve con la actividad de cuidado. A pesar de que en determinados momentos puede ser muy exigente con la persona cuidadora. Por lo tanto, parece que es necesaria una nueva visión sobre estos temas que tenga en cuenta a la vez la generación de rentas adicionales que necesitan y se ganan muchas personas de más de 65 años en nuestro país y el cuidado de los menores de forma asumible por parte de todos y con la mejor atención posible.
El engranaje laboral vigente se beneficia de esta tarea que realizan los abuelos, pero como es bien sabido este beneficio no se hace visible. Otra cosa sería si las personas entre los 65 y 74 años tuvieran un trabajo remunerado de acuerdo con sus posibilidades y por lo tanto no pudieran realizar esta tarea de cuidado. O lo que es lo mismo, que el funcionamiento laboral permitiera una cierta flexibilidad de forma que las tareas de cuidado se repartieran entre los adultos de forma distinta. La visibilidad económica de dichas tareas sería clara y su coste y beneficio podría repartirse más equitativamente, entre empresas y trabajadores.
La flexibilidad para facilitar la conciliación familiar es imprescindible. No se puede tener a una generación de padres activos con horarios fijos, cuidando de sus hijos en la medida que su trabajo se lo permita y sin ningún tipo de colaboración. Esto supone niños solos en su casa, que ya se ha demostrado fehacientemente ocasiona no sólo disfunciones familiares, sino tensiones a los padres y problemas para los niños que pueden tener consecuencias a lo largo de su vida. Si a esto añadimos que estos padres activos están a la vez cuidando en algunos casos de los abuelos de más edad, a la vez que con su trabajo aportan a la Seguridad Social financiando las pensiones de los jubilados, estamos pidiendo a esta generación activa un esfuerzo que puede ser excesivo en la mayoría de los casos.
No parece justo que la falta de flexibilidad laboral que impide la conciliación familiar se resuelva mediante el trabajo invisible de los abuelos. No puede convertirse una relación familiar importantísima para todos los miembros, en una mera solución a la falta de imaginación y voluntad de una sociedad que no quiere plantearse los problemas de organización con la complejidad que la situación actual exige. No parecen de recibo actitudes basadas en el dogma de que la productividad de los trabajadores exige en todos los puestos de trabajo horarios fijos y actividad presencial, o en las basadas en el dogma de que cuánto antes nos jubilemos mejor, sin plantearse que los jubilados se ocupan de los miembros de la familia que necesitan cuidado, sin mejorar sus niveles de rentas.
No se trata de cobrar por hacer de abuelo, como por otra parte no cobran las madres o los padres por serlo. Se trata de que el trabajo, el realizado en una empresa o en la administración pública, se realice de tal forma que tenga en cuenta las necesidades de todos los miembros de la sociedad. O sea, en condiciones que tengan en cuenta estas necesidades y distribuido entre todas las personas que tienen capacidad para realizarlo.
[1] No hay datos suficientes para cuantificar el porcentaje de abuelas viviendo en un radio que permita la visita y cuidado de los nietos, sobre el total de abuelas. No sólo hay que contabilizar las que viven en municipios diferentes, sino también las que viviendo en un mismo municipio la distancia o la falta de medios de comunicación lo impiden.