La historia de esta película no sólo es real, sino también forma parte de la historia familiar de su directora. Helena Taberna, en su película “Alsasua 1936”, con menos medios ya esbozó el relato de su tío Mariano Ayerra, sacerdote, al que no llegó nunca a conocer pero del que los más ancianos de su pueblo le hablaban con emoción y enorme gratitud. En el film, el sacerdote se llama Miguel, magníficamente interpretado por Unax Ugalde.
Miguel es nombrado párroco de un pueblo socialista coincidiendo con la sublevación de 1936. Desde el inicio de la guerra, el bando nacional ocupa el pueblo y pronto se suceden los fusilamientos. En su lucha por defender a los represaliados, el joven sacerdote se enfrenta a la jerarquía eclesiástica y militar, poniendo en juego su propia vida.
A lo largo de tres años de Guerra Civil, Miguel siente como el propio clero se aleja del Evangelio al amparar la represión de los sublevados contra la población civil.
Miguel encuentra refugio en su amistad con la maestra del pueblo, cuyo marido ha sido asesinado al inicio de la contienda. La relación con Margarita supone el contrapunto al desencanto del joven párroco y su único apoyo en un camino que debe recorrer solo.
La buena nueva es un trabajo detallista, en el que se cuida todos los rasgos. Desde la puesta en escena, los planos y enfoques, y desde luego los acertados diálogos.
Es una historia sobre guerra y religión, pero es sobre todo una historia de amor. De compromiso y lealtad con los ideales. Y desde luego, una película valiente y novedosa, ya que plantea el papel que jugó la Iglesia durante la contienda civil y en la posguerra.
Me sumo a lo dicho por Ian Gibson, “La buena nueva me ha conmovido…”, “es una película que obliga a reflexionar”, “es extraordinaria”.