La última ocurrencia de la “lideresa” ha sido atribuir a Rajoy simpatías entre los socialdemócratas, mientras ella se reclama del credo liberal. Con tales chascarrillos, la señora marquesa (o duquesa) revela, una vez más, su total y descarado desconocimiento de lo que significa la socialdemocracia y el liberalismo. Desde luego, su rancio y autoritario proceder político no se parece en nada al de aquellos insignes liberales que, por ejemplo, afirmaban estar dispuestos “a dar su vida” para que otros pudieran expresar libremente ideas y pareceres completamente distintos a los suyos. Lo que ocurre en Telemadrid y en otros ámbitos del gobierno de Madrid revelan que Aguirre y algunos de sus forofos, en realidad, están en las antípodas de lo que ha sido y significa el verdadero liberalismo político. Por lo que respecta a las simpatías socialdemócratas de Rajoy, los analistas aun están esperando a que se les pase el ataque de risa para puntualizar tamaño desatino.

El problema de Aguirre es que tiende a sacrificar cualquier criterio de sensatez, moderación y sentido común a sus desbocadas ambiciones personales, y lo hace de manera tan cruda, y a veces ramplona, que acaba en el esperpento. Por ello, por mucho que se reclame liberal, al final no puede evitar que su imagen pública sea más bien la de una “carlistona” al viejo uso. Y ello no sólo porque sea marquesa, duquesa y/o baronesa, o porque viva en un palacio, o porque su familia acumule grandes riquezas terratenientes e inmobiliarias, o porque respete escasamente las reglas y procedimientos democráticos, sino por su desenfreno reaccionario y populista. Vamos que, si se levantara un poco el flequillo aun se la podrían ver las marcas de la boina carlistona. Por cierto, ¿alguien duda de que el PSOE tendría más fácil ganar elecciones con Doña Esperanza al frente del PP?