Uno de los epicentros de la trama de corrupción “Gurtel” es Majadahonda, feudo del “fotocopista” Ricardo Romero de Tejada, actual miembro del Consejo de Administración y de la Comisión Ejecutiva de Caja Mmadrid a propuesta de Aguirre. Romero de Tejada dejó la Alcaldía en manos de uno de sus hombres de confianza, Guillermo Ortega, quien tendría que dimitir posteriormente por el escándalo de la venta irregular de unas parcelas. Y estas parcelas han sido a su vez y precisamente la causa de la causa que ha puesto al descubierto la magnitud de esta trama.
La denuncia del ex concejal de Majadahonda Peña, relacionado estrechamente con Correa, ha sido el detonante de una investigación que ha puesto de manifiesto las vergüenzas de la red que ha corrompido al Partido Popular y a muchas de las instituciones que gobierna. Como consecuencia, se ha producido una nueva dimisión de Guillermo Ortega, está vez del lucrativo retiro que en compensación le había otorgado Esperanza Aguirre en el Mercado Puerta de Toledo.
Como diría un castizo, “de aquellos polvos vienen estos lodos”. En el anterior proceso de renovación de los órganos de dirección de Caja Madrid, la entonces dirección del PSM-PSOE tuvo que hacer frente al sempiterno dilema de elegir entre la fidelidad a los principios éticos y la administración práctica de un par de puestos en su Comisión Ejecutiva, compartiendo asiento con el ínclito protagonista del “Tamayazo”, el ya mencionado Ricardo Romero de Tejada. La dirección del PSM se decantó por la defensa coherente de los principios éticos, siendo consciente de que la defensa de los intereses generales quedaba a salvo con la participación de los representantes socialistas en el Consejo de Administración, órgano fundamental y decisorio por el que pasan todas las decisiones importantes de Caja Madrid.
Sobre la virtualidad y consecuencias de aquella decisión se podría o incluso se debería opinar, pero sería esclarecedor que los análisis y las valoraciones se plantearan teniendo en cuenta el contexto político, económico y mediático en el que se adoptó. En cualquier caso, entendía entonces y entiendo ahora, que los socialistas debemos actuar siempre sin perder sin perder de vista las señas de identidad y los principios que nuestra organización viene defendiendo con coherencia desde que se fundó.
Compartí y comparto las razones que llevaron a adoptar aquella decisión, que no fue cuestionada entonces por nadie en el seno del Partido. Además, nunca que yo recuerde el PSM necesitó ni requirió autonomía para llevarla adelante. Tal vez, y sólo tal vez, el secreto esté en tratar de atajar la causa antes de que se de el mal causado. Aunque en algunas ocasiones, las palabras, como las buenas intenciones, se las lleve el viento.