Desde la llegada a la Moncloa del señor Rajoy se justifican todas esas medidas en base a la herencia recibida del anterior Gobierno socialista; altos responsables del Gobierno y del P.P junto a los medios afines, repiten machaconamente que el Gobierno anterior mintió y les engañó sobre la cuantía del déficit. Parece que nadie quiere recordar ahora todo lo publicado en su momento en relación al correcto traspaso de poderes efectuado, con entrega de información completa a quienes se iban a hacer cargo de los diferentes ministerios, ni tampoco que en muchas Comunidades Autónomas el Partido Popular lleva gobernando muchos años.
Este fin de semana, tras llevar meses a vueltas con la cifra real del déficit de nuestro país y después de haber concluido la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, en el que el Gobierno de España impuso e exigió un duro ajuste presupuestario a todas las Comunidades Autónomas, hemos conocido que la cifra final del déficit español debe ser incrementada en cuatro décimas a causa de la aparición de una desviación importante y no conocida en el déficit de las CCAA de Madrid y Valencia. Es decir, el Gobierno exigiendo rigor a todas las autonomías y las dos citadas gobernadas más de 15 años por el Partido Popular, habían ocultado su deuda reiteradamente, actuando con una deslealtad institucional injustificable. Cabría preguntarse: ¿Cómo podríamos definir el comportamiento político de los Gobiernos Autonómicos de Madrid y Valencia? ¿Qué opinión puede merecer la actuación política del señor Beteta, Consejero de Hacienda en Madrid y actual Secretario de Estado del Gobierno de España?
En relación a la primera cuestión planteada, parece razonable afirmar que la conducta política de los responsables políticos de esas dos Comunidades ha sido tramposa, han mentido desde hace tiempo respecto al estado de sus cuentas y, en el caso de la Comunidad de Madrid, incluso con un enorme cinismo presumían de haber realizado una gestión excelente; con toda seguridad obedecerá a una casualidad el hecho de que en las dos comunidades, la trama Gürtel tuvo su máxima actividad.
En relación a la segunda cuestión, conviene recordar que el señor Beteta ha sido durante muchos años el máximo responsable de las cuentas públicas de la CC.AA de Madrid y parece que no se enteró del déficit oculto que existía; este responsable político es el mismo que indicaba que los recortes efectuados a los funcionarios públicos eran necesarios y que éstos en lugar de protestar tenían que tomar menos cafelitos y trabajar más.
Pues bien, con el pufo ahora descubierto en Madrid, sólo cabe pensar que el señor Beteta no conocía esas deudas ahora afloradas, por tanto era incapaz de realizar bien el control de la Hacienda Pública madrileña y no debería seguir en su puesto actual de Secretario de Estado de Hacienda. Quizá habría que preguntarse ahora, si el señor Beteta tiene alguna autoridad moral para enjuiciar la labor de cualquier funcionario público. En mi opinión no.
Lo que resulta evidente es que el Gobierno del señor Rajoy se ha quedado sin argumentos para seguir achacando al Gobierno anterior la total responsabilidad en la desviación del déficit, tampoco podrá seguir intentando confundir o engañar a la opinión pública diciendo que era el anterior ejecutivo quien guardaba facturas en los cajones; Madrid y Valencia bastiones del P.P han sido quienes han mentido, ocultando el volumen real de su déficit. Ello va a obligar, según parece, a un nuevo recorte de 4.ooo millones de euros, lo que incrementará el sufrimiento de los más desfavorecidos. Parece que la mentira estaba instalada desde hace tiempo en la actuación política de estos gobiernos autonómicos.
Hace unos días leí: “los recortes se aceptan por una de las fuerzas más importantes de la humanidad: el miedo”.
También leí: “para que la maldad florezca sólo hace falta que la gente buena no haga nada”.
Ante comportamientos tan faltos de ética por parte de los responsables de estos gobiernos autónomos es imprescindible que la ciudadanía pierda el miedo, ejerza sus derechos democráticos, se movilice y consiga la necesaria conciencia colectiva para hacerles afrontar sus responsabilidades.
En esta situación de crisis, con muchos ciudadanos pasándolo muy mal, ello se hace más necesario que nunca.