Todos a la vez y todos coincidiendo en los diagnósticos del desastre. Eso sí, todos coincidiendo también en el recetario paleo-liberal para afrontar tanto mal presagio. ¿Responden estos análisis pesimistas a un esfuerzo de previsión desinteresado y transparente? ¿O se trata, más bien, de un ejercicio poco transparente de presión para obtener beneficios espurios?
Los estudiosos supuestamente desinteresados del BBVA pronostican para 2009 “la mayor caída del PIB desde la guerra civil”, la contracción de la economía en un 2,8% y un 20% de parados de aquí a un año. Propuesta: reducir las cotizaciones sociales de los empresarios, bajar el IRPF y subir el IVA. Los mismos estudiosos pagados por la Federación de Cajas auguran una recesión del 3% y 4,5 millones de parados en este ejercicio. Propuesta: reducir las cotizaciones sociales de los empresarios, bajar el IRPF y subir el IVA.
Los analistas bursátiles circulan el informe de un economista valenciano llamado Sanchís que contempla “nueve años de recesión”, ni uno más ni uno menos, “si no se hace lo que hay que hacer”. La CEOE manifiesta que las medidas del Gobierno “no funcionan” antes incluso de su entrada en vigor, al tiempo que rompe el acuerdo social para la renovación de los convenios y reclama, desde luego, abaratar el despido, reducir las cotizaciones sociales a los empresarios, bajar el IRPF y subir el IVA. ¿Les suena?
Aquellos “expertos” del FMI que hace unos meses aún apuntaban para España un crecimiento del PIB por encima del 3%, sentencian ahora con el mismo rigor que la crisis será “profunda, duradera y costosa”. Vaya inyección de confianza. Sus colegas del BCE desmienten incluso un breve desliz optimista de su Presidente Trichet, para negar cualquier esperanza de recuperación en el año en curso. Y, por supuesto, el Presidente del Banco de España hace los coros, incidiendo en que lo peor de la crisis “está por venir” y, claro está, no cabe cerrar la puerta a la recapitalización de nuestros bancos incluso con dinero público. Vaya, vaya.
¿Qué método científico han aplicado estos “expertos” para calcular sus previsiones hasta la décima? ¿El mismo que les llevó a toparse de bruces con la crisis de las “sub-prime”, los Lehman Brothers y los Madoff, mientras invitaban a todo el mundo a sumarse al pensamiento único y a la orgía del casino financiero internacional?
Hasta los menos duchos en la ciencia económica sabemos que caben pocas certidumbres en los pronósticos de futuro, que lo previsible para dentro de unos meses es una incógnita, y que aventurar lo dispuesto para el año próximo es pura ciencia-ficción. Sabemos también que la generación de confianza constituye un factor clave para la recuperación del crédito financiero, para la reactivación empresarial, para el consumo y para el empleo.
Entonces, ¿por qué tanto augurio tremendista? ¿Por qué tanto subrayar los datos que apuntan el desastre, obviando las potencialidades de nuestra economía y de nuestra sociedad? ¿Por qué no se contribuye a mejorar la repercusión de las medidas de estímulo de la demanda que se están aplicando a escala global? ¿Por qué no se arrima el hombro para generar la imprescindible confianza en el futuro?
Puede que algunos estén atendiendo a las segundas intenciones. Puede que algunos pretendan obtener ventajas para el interés propio aprovechando la desgracia general. Puede que algunos bancos pretendan meter presión a la opinión pública para facilitar la capitalización de sus balances con dinero de los impuestos. Puede que algunos empresarios intenten congelar el salario de sus trabajadores a costa del temor a los EREs. Puede que otros empresarios esperen obtener el abaratamiento del despido o la rebaja de las cotizaciones sociales.
Puede que algunos de aquellos expertos desinteresados aprovechen el desconcierto para promover la bajada de impuestos directos y la subida de los indirectos. Puede que los mismos u otros analistas, también desinteresados, busquen “demostrar” que en realidad las estrategias de planificación pública van a fracasar, y que hemos de cerrar cuanto antes el paréntesis de la fiesta neo-liberal.
Saben que el miedo puede mucho. Pero esperan en balde. Ya nos conocemos todos.