Muchos dirigentes africanos han abandonado la Cumbre de Lisboa en un estado de perplejidad. Resulta que desde Europa se pide a los países africanos que abran sus mercados a los productos europeos, incluso a los excedentes agrícolas de Europa.

Después de la experiencia de los últimos años, y una vez vistos los resultados del actual modelo de mercado neoliberal, parece mentira que todavía se intente aplicar estas simplistas recetas a países que necesitan un fuerte impulso de apoyo a su desarrollo económico.

Después de la II Guerra Mundial varios países europeos se beneficiaron del Plan Marshall, en Francia se aplicaron los llamados Planes Indicativos e, incluso, en España los tecnócratas pusieron en marcha sus famosos Planes de Desarrollo, que indudablemente contribuyeron al despegue económico de España en la última parte de los años sesenta y primera de los setenta. Es decir, en nuestras propias casas europeas, cuando fue necesario, se aplicaron planes de desarrollo económico. ¿Acaso es tan difícil entender ahora que continentes como África necesitan un serio compromiso de cooperación al desarrollo y de implementación de planes económicos que permitan su despegue? Si no se entienden estas exigencias básicas de implementar planes de desarrollo y ayuda y de diseñar modelos de crecimiento para los países más subdesarrollados, el riesgo es que muchos de estos países nunca acabarán de despegar, mientras aumentan las brechas sociales y económicas con los países ricos y cunde el desánimo sobre su futuro. Para salir del pozo del subdesarrollo se necesitan buenos planes y diseños de impulso económico y no meter a los países africanos en la asimétrica lógica de los mercados mundiales. Si no se comprende que es necesario equilibrar y coordinar los flujos económicos, grandes continentes como África no podrán superar la difícil barrera del despegue económico. Y para lograr esta meta pendiente, lo primero que hay que garantizar es la suficiencia agrícola y alimentaria del continente. El ejemplo actual de varios países africanos con serios déficits en productos de alimentación, con sus poblaciones agrícolas desplazándose en masa a los centros urbanos, y con Europa llamando a la puerta para vender sus excedentes agrícolas en mercados abiertos, es un despropósito descomunal. ¿Por qué no se pone alguien a hablar de economía en serio?