Frente a los analistas y ensayistas que han visto con cierto optimismo los resultados de esta Cumbre, otros, no obstante, entre los que me encuentro lo contemplamos como muy insatisfactorio debido a un conjunto de razones. La primera es que para atacar la crisis lo fundamental es determinar las causas que la han provocado para atajar el origen del mal y no sólo tratar de paliar las consecuencias más negativas, que, además, a medida que pasa el tiempo se ve que son claramente insuficientes y limitadas. Las causas se encuentran en lo dicho con anterioridad, en la globalización y la desregulación, que han fomentado el auge de las finanzas sobre la economía productiva. La segunda es que hay que modificar a fondo la organización económica internacional, y si esto no se produce la economía no avanzará por una senda más segura que esta sociedad de riesgo a la que nos han llevado los fundamentalistas del mercado.

Este predominio de las finanzas ha favorecido la especulación, la obtención de ganancias rápidas y fáciles, el endeudamiento creciente, las hipotecas basura, los derivados financieros sin respaldo real, las operaciones de ingeniería financiera, el auge de los paraísos fiscales. Se ha llegado a un punto en que la burbuja especulativa ha estallado, y, además, los bancos cuentan con cantidades no cuantificadas de activos contaminados. Por tanto, la primera acción debería ser proceder a la limpieza de todo ello y establecer los controles necesarios para que no vuelva a suceder. La intervención del Estado deberá conducir o bien a la nacionalización de una parte del sistema financiero o bien a un control que asegure el buen uso de los recursos públicos puestos a disposición de la banca para su saneamiento.

La regulación y el control son necesarios, por lo que se necesita un organismo internacional capaz de velar por la seguridad y estabilidad del sistema monetario. Hace tiempo que el Fondo Monetario Internacional no cumple los fines para los que fue creado y se necesita un organismo completamente diferente. Este organismo debe vigilar los compromisos de control de los diferentes bancos centrales, cuyo modelo debería ser el del Banco de España. A su vez, debe vigilar también los fondos de alto riesgo y publicitar aquellos que no ofrezcan condiciones de seguridad e informar a los ciudadanos e instituciones de los peligros que pueden contraer al adquirirlos. Igualmente, hay que prohibir los paraísos fiscales e implantar la tasa Tobin para frenar el proceso especulativo.

Este nuevo organismo internacional deberá tener cuatro monedas de reserva: dólar, euro, yen y libra esterlina, acabando con la hegemonía del dólar, e impulsar los Derechos Especiales de Giro para facilitar la liquidez para los países que tengan escasez de las monedas antes mencionadas. A su vez, con el fin de ayudar a los menos desarrollados, habría que retomar la iniciativa planteada en los años sesenta por economistas tan prestigiosos como el Nobel Tinbergen y el húngaro Nicholas Kaldor, de crear un fondo de reservas de materias primas y productos alimenticios que les permitirían obtener liquidez a cambio de las únicas riquezas que poseen.

Además de reformar el sistema monetario internacional, habría que afrontar otras tareas como la del desarrollo y el comercio internacional, pero de ello hablaremos en otro artículo.