En el debate entre Solbes y Pizarro pudimos observar que se enfrentaban un Solbes solvente, con experiencia internacional y en la gestión de gobierno, y con una gran tranquilidad, y un Pizarro que dio muestras de desconocimiento económico, que sólo sabe utilizar tópicos neoliberales sin justificar y sin ningún tipo de razonamiento y argumentación. A mí no me extrañó el resultado de la discusión, pues tengo en alta valoración a Solbes, aunque no comparta algunas de sus ideas y prácticas económicas, mientras no puedo decir lo mismo de Pizarro. No conozco demasiado a éste por sus actuaciones, pero sí tuve ocasión de escuchar una conferencia que impartió en los cursos de verano de El Escorial de la Universidad Complutense hace ya algunos años dentro de un encuentro organizado por el Instituto de Empresa y al cual yo también asistí invitado. La exposición me pareció penosa e impropia de un curso universitario, llena de tópicos, sin utilizar ninguna base teórica solvente ni empírica y en consecuencia llena de errores e imprecisiones. Se correspondía con lo que Krugman denunció como los vendedores de prosperidad.

Además, por si fuera poco, representa en su gestión lo peor, dentro de lo que Keynes calificaba como capitalismo de casino, con un enriquecimiento rápido y fácil dentro de la cultura del pelotazo. Eso sí que lo ha sabido hacer bien para su propio interés, y todos recordamos aquella escena, donde aparecía un tanto histérico, blandiendo el texto de la Constitución española. Ahora sabemos cómo utiliza la Constitución este señor, en beneficio propio y de su bolsillo particular. Por lo hecho y por lo que dice, desde luego que representa un peligro para los asalariados de este país dejar la economía en sus manos.

De todas formas lo importante es clarificar, más allá de los debates un tanto electoralistas, cómo se encuentra realmente la economía española en la actualidad y si hay tendencias que pueden resultar preocupantes para el futuro más inmediato, así como las opciones a tomar y el modelo económico que se busca obtener. Lo que sí sabemos es que el modelo de Pizarro es neoliberal puro, mientras que el que ofrece Solbes se encuentra dentro de lo que se ha denominado social liberal, y escasamente socialdemócrata. Se mueve sin duda en parámetros excesivamente convencionales, aunque en el debate pudimos oírle por primera vez unos determinados atisbos socialdemócratas.

En estos cuatro años la economía se ha comportado aceptablemente bien en términos de crecimiento, creación de empleo y control de la inflación. La disminución del paro y la capacidad de absorción que ha tenido la economía española de tantos emigrantes que han venido atraídos por esa bonanza son factores positivos a tener en cuenta. Esta situación se ha visto reflejada en la buena percepción que de la marcha de la economía tenían los ciudadanos, según los sondeos realizados. Este hecho ha tenido efectos en la oposición del Partido Popular, que apenas ha levantado la voz crispada para criticar la evolución de la economía en esta legislatura. Solamente cuando las cosas han empezado a ir peor es cuando han encontrado un sitio por donde atacar al PSOE. No obstante, su discurso carece de credibilidad y además, resulta altamente peligroso por dónde quieren caminar para afrontar la desaceleración económica en la que estamos sumidos: potenciar aún más si cabe el mercado y disminuir el papel del Estado, eso sí, utilizando a éste cuando venga bien para los intereses económicos propios y de los poderosos.

En todo caso, aceptando los progresos llevados a cabo en estos años, ha habido y sigue habiendo debilidades llamativas en nuestro sistema económico. Son tal vez demasiadas para enumerarlas aquí, pero como preocupantes apuntaría los problemas de la productividad como consecuencia de la escasa apuesta por potenciar la investigación, desarrollo e innovación. La tendencia creciente a la desigualdad con salarios con crecimientos moderados, mientras crecen los beneficios desmesuradamente de los grandes grupos económicos. La creciente tendencia a la concentración del poder económico, la riqueza y la renta. La excesiva especulación, sobre todo del suelo, que enriquece a unos cuantos rápida y fácilmente y encarece el precio de la vivienda. Las limitaciones y carencias del estado del bienestar. La falta de oportunidades para los jóvenes y mujeres: aunque se haya avanzado algo, resulta evidente que es demasiado poco lo hecho. Ante estas cosas tan evidentes, un partido progresista tiene que hacer una política socialdemócrata más convincente que haga avanzar a la sociedad española en igualdad en derechos, oportunidades, renta y riqueza, y no adaptarse con tanta facilidad a los imperativos del mercado, como suele hacerse, por desgracia, por lo general.