Desde 1980 la obesidad se ha doblado en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y es una epidemia en plena expansión de la que nos acordamos cuando sale un nuevo informe o cuando llega el calor. Parece que, a pesar de conocerse que la obesidad es un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor y algunos cánceres, no queremos actuar ni darle la importancia decisiva que tiene y va a tener para la salud individual y colectiva de la sociedad. Pero aún peor es el hecho de que parece ocultarse que la obesidad se ha convertido en un problema de clase social.
Que la obesidad es una epidemia ya no lo duda nadie. Por ese motivo, cualquier nuevo estudio sobre el tema salta a los medios de comunicación. El último, un informe de la OMS que prevé que casi dos de cada tres europeos tendrá sobrepeso. Es decir, según los datos de la OMS, el 89 por ciento de los hombres tendrán sobrepeso en 2030 y el 48 por ciento, obesidad. Cuando en 2010 las cifras están en el 74 por ciento en el primer caso y el 26 por ciento en el segundo. Además, el informe, sitúa a España entre los países donde se producirá un incremento mayor de este problema, con aproximadamente un 70 por ciento de sobrepeso (hombres, 80 por ciento; mujeres, 58 por ciento) y un 30 por ciento de obesidad (hombres, 36 por ciento; mujeres, 21 por ciento)
Tampoco duda nadie que en la obesidad tiene importancia nuestra forma de vida. Cómo y qué comemos, en qué cantidades y la disminución del ejercicio físico y el aumento del sedentarismo. Los datos lo avalan, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del mes de febrero de 2015, ante la pregunta de con qué frecuencia hace usted ejercicio físico para mantenerse en forma durante al menos 20 o 30 minutos. Un 29,3 por ciento dijo diariamente; un 27 por ciento, varias veces a la semana; un 7,4 por ciento, una vez a la semana; un 5,2 por ciento, varias veces al mes; y un 27,7 por ciento de la población, nunca o casi nunca. Pero además, en comparación con el ejercicio físico que realizaban hace cinco años, un 34,6 por ciento afirma que ha disminuido un poco o mucho; un 42 por ciento, que ni ha aumentado ni ha disminuido; un 14,1 por ciento, que ha aumentado un poco; y un 8 por ciento, mucho.
Siendo factores importantes los anteriores, hay que señalar que en las economías desarrolladas la desigualdad se ha convertido en un factor esencial, aunque está claro que la obesidad y el sobrepeso no es un problema exclusivo de pobres. Así, como señala Wilkinson, “En la década de 1980, la OMS puso en marcha en veintiséis países un estudio para identificar las tendencias en las enfermedades cardiovasculares y los factores de riesgo que contribuyen a ellas, como la obesidad. Se descubrió que conforme aumentaban los índices de obesidad su variabilidad social se hacía más marcada. A principios de la década de 1990, la obesidad era más común entre las mujeres pobres, comparadas con las ricas, en los veintiséis países estudiados, y entre los hombres pobres en todos excepto en cinco.”
Puesto que la desigualdad es un factor decisivo, hay que considerar que una disminución de la desigualdad en la sociedad podría suponer un paso importante en la lucha contra esta epidemia. Por ese motivo, tiene que existir una implicación global de la sociedad y un compromiso permanente con la calidad de vida y la salud de la población en todos los espacios, ya sean familiares, sociales, políticos o económicos. Sobre todo, en la prevención, acceso y actuación a una vida saludable. Y ahí, el papel de los distintos gobiernos es decisivo para primero realizar los cambios necesarios y después hacerlos sostenibles en el tiempo para mejorar la salud pública.
Cuando se pregunta a las personas por su salud la respuesta mayoritaria suele ser bien. Con datos más precisos, del barómetro del CIS de febrero de 2015, ante la pregunta de “En general, ¿diría Ud. que su salud es…?”. Un 71,4 por ciento dijo que buena o muy buena, un 23,7 por ciento, regular; y un 4,9 por ciento, mala o muy mala.
Hagamos realidad la buena salud. Depende de todos.