Ha tenido que venir el Papa Francisco para hablar de la esclavitud moderna. La paradoja se produce en una noguera80115Europa bloqueada, que retrocede a pasos agigantados, alejada de su lucha por los derechos humanos.

España inicia su año con el falso “optimismo” del ministro de Guindos hablando de que se “ha perdido el miedo a no tener trabajo”, “que ya se inicia la recuperación”, al mismo tiempo que vuelve a exigir a los españoles una “mayor moderación salarial”. Eso, el mismo día que nos desayunamos con los 15 millones de euros estafados por la cúpula de Caja Madrid, Blesa y Rato incluidos en esa cúpula.

Nuestro Gobierno no aprende la lección, no pretende corregir el rumbo, no pide perdón, no dimite por la estructura de financiación ilegal del partido, y aprieta las tuercas un poco más a los salarios de los trabajadores, los único que están pagando los desmanes y las burlas de las mafias de guante blanco.

Pero no esperemos ayuda de Europa que todavía está dando vueltas como el agua gira en el desagüe antes de desaparecer.

Las claves de la moderna esclavitud las ha verbalizado el Papa Francisco. Esa esclavitud que se produce por la falta de recursos económicos, esa economía injusta que reparte mal los bienes a los que tenemos derecho, la pobreza como resultado de una sociedad global insolidaria. Un sistema económico que, como apuntó Carlos Marx, es el origen y causa de las desigualdades sociales.

El Papa ha tenido un recuerdo para los “muchos emigrantes que, en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente”. Esos emigrantes a los que Europa pretende no ver, mientras que a España sólo se le ocurre poner vallas metálicas y concertinas más altas y más crueles.

Pero también ha hablado de la “pobreza” como causa de la esclavitud moderna, seguida de “la falta de educación y de las escasas oportunidades de trabajo”. Cualquiera pensaría que estaba alertando sobre la política desvariada del Gobierno de Rajoy: la exclusión del sistema educativo de tantos jóvenes que, sin beca ni ayuda, no podrán hacer frente a sus estudios, o a los miles de trabajadores a los que disponer de un trabajo ya no les sirve para subsistir.

¿Sabe el Papa Francisco que la cúpula empresarial española sigue exigiendo más recortes, más despidos, y menos coberturas laborales, o menos salarios para el mismo trabajo? ¿Sabe el Papa Francisco que en España han descendido los derechos y condiciones laborales en estos últimos años rozando la desvergüenza y la explotación en muchos casos?

Me resulta tan sorprendente que sea el Papa Francisco quien hable de “nuevas formas de esclavitud” como el silencio cómplice de muchos líderes políticos europeos ante la ofensiva conservadora que está asolando los Derechos Sociales en Europa.

Si el siglo XXI se caracteriza por el aumento de la desigualdad como una constante social de nuestro planeta, su consecuencia está originando “nuevas formas de esclavitud moderna”.

Ana Noguera