Europa también está siendo afectada por la crisis, ya sabemos que la principal causa es la crisis financiera de los Estados Unidos, una fuerza de inmensa capacidad destructora que en combinación con otros elementos, como la burbuja inmobiliaria en España, está destruyendo empleo y afectando de manera directa a los trabajadores, los que nada tuvieron que ver con la creación o definición del modelo que colapsado.
En los países con mejores regulaciones financieras, como España, las consecuencias financieras han sido menores. Nuestra regulación es más social, más de “izquierdas”, que la del Reino Unido, país en el que la banca privada simplemente ha quebrado y desaparecido. Una tragedia colectiva provocada por culpa de los principios neocon que la guiaron y sirvieron para enriquecer a unos pocos a costa de tantos que ahora han perdido sus empleos, sus ahorros, sus viviendas…. También, en los países europeos con sistemas de bienestar más desarrollados y adaptados a las duras exigencias de mundo actual, como los escandinavos, como España también, las consecuencias sociales de la crisis, lo que llamamos la crisis social, han sido menores, o al menos se ha conseguido proteger mejor a los afectados.
Los socialistas españoles logramos que en la anterior legislatura se fraguara el superávit presupuestario que permite ahora reforzar la demanda vía gasto para mantener la actividad de las empresas y el empleo. También se aceleró el cambio de modelo de crecimiento basado en el monocultivo inmobiliario que tanto daño ha generado. No hay otro camino que ese, mantener la demanda y aumentar la velocidad de transformación de nuestro sistema productivo.
Ello debe hacerse desde el refuerzo constante de nuestro sistema de bienestar, el modelo social europeo, mantenimiento y reforzando las políticas sociales y de bienestar, como estamos haciendo por ejemplo en España en materia de dependencia. Las políticas sociales no sólo tienen un componente evidente de solidaridad y de justicia social sino que generan claros efectos sobre la demanda y también la oferta, crean actividad y repercuten positivamente en el funcionamiento general de la economía. Sanidad, educación, pensiones, políticas todas con efectos positivos y sociales, que también son medidas con un claro contenido ideológico de izquierdas que hay que reforzar en este momento para no concentrar los efectos de la crisis en los más débiles.
Hoy vemos como en los Estados Unidos del Presidente Obama lo que hasta hace poco eran medidas de la “vieja” Europa de repente son medidas demandadas por una amplia mayoría social. Hasta los empresarios norteamericanos desean que exista en su país un sistema sanitario universal como el nuestro porque han llegado a la conclusión que su sistema privado no sólo es injusto y priva a decenas de millones de personas de cualquier tipo de cobertura, sino que además es caro e ineficiente.
Sin embargo, el modelo social europeo, la Europa social, no será viable si los europeos no unimos fuerzas. La coordinación y concertación de medidas y políticas en el seno de la Unión Europea es imprescindible para preservar y reforzar nuestro modelo, el modelo de los socialistas, socialdemócratas y progresistas de Europa, para que Europa cuente e influya a escala global. Europa debe construir una política económica y social común que compense el desequilibrio monetario que supone el éxito del euro. Esa política económica común debe servir para conseguir los objetivos de la Estrategia de Lisboa, ser la economía más competitiva y con más y mejor empleo, mantener y potenciar nuestro sistema de bienestar y poder competir en igualdad de condiciones como una sola realidad económica con los EE.UU., con Japón, o gigantes emergentes como China, India u otros. Lo económico y lo social abarca ámbitos como el de las grandes industrias y sectores, también la educación y la sanidad o la dependencia, que de una vez por todas deben alcanzar una verdadera dimensión europea superando tanta visión nacional incompatible con la supervivencia de nuestro modelo de sociedad y bienestar en un mundo globalizado. Europa debe ser una realidad económica completa, no sólo monetaria, sino también económica, social, y por supuesto política.