Hay que decirle al ministro, aun a costa de ser repetitivos, de que sí que hay otras alternativas a la crisis económica y desde luego que hacen muy mal no haciendo caso al malestar creciente que se manifiesta en la calle por la forma de actuar del Gobierno, o por su pasividad ante los graves problemas que se padecen. Se está produciendo un grave deterioro económico, social y político, que se ha hecho aún más profundo en los meses, casi un año ya, en el que llevan gobernando, pues hace un año en que el PP ganó las elecciones por mayoría absoluta. El balance no puede ser más negativo.

El tono comedido del ministro contrasta con algunas de las declaraciones realizadas por representantes de la patronal. Así, el máximo dirigente de los empresarios madrileños, Arturo Fernández, se lanzó a la piscina sin agua para dar una cifra acerca de las pérdidas que para la economía española suponía la huelga general. En ningún caso, informó de las bases empíricas efectuada para proporcionar esa cifra. El dato que aportó es a todas luces imposible, pero lo más llamativo es la falta de rigor en el que se mueven determinados dirigentes. Al día siguiente él, el presidente de la Comunidad de Madrid, y no digamos ciertos periódicos, promulgaron a los cuatro vientos el fracaso de la huelga general. Si bien el empresario madrileño reconoció el éxito de la manifestación. Así que, si la huelga fue un fracaso como señalan, no se produjeron las pérdidas que anunciaban.

El presidente de los empresarios españoles, Joan Rosell, insistió en el daño que se hacía a la imagen de España con una huelga de esta naturaleza. Esta manía de hablar del daño a la marca España es muy reiterativa, y sorprende que se hagan afirmaciones de este tipo, cuando en todos los países desarrollados europeos, se producen huelgas, grandes manifestaciones, y protestas sociales que, en muchos casos, son más duras y violentas que las que tienen lugar en nuestro país. Nadie plantea que por eso se deteriore la imagen del Reino Unido, Francia, Alemania, y otros países. Resulta muy difícil viajar por Europa y no haber tenido nunca que sufrir las consecuencias de algún conflicto que otro.

La mala imagen de España no viene por las convocatorias de huelga y manifestaciones, que en todo caso, lo que ofrecen es una imagen de protesta y rebelión contra lo que se está llevando a cabo, y, en consecuencia, de no ser ciudadanos sumisos, sino por la grave crisis que se traduce en muchos males, como el paro tan elevado que se padece. Si alguna mala imagen existe es por lo que ha sucedido, como consecuencia de tener insuficientes empresarios ‘schumpetrianos’. De no haber sabido aprovechar la época de las vacas gordas para fomentar la Investigación, Desarrollo e Innovación. Por haber sustentado el crecimiento en un modelo económico basado en gran parte en la especulación inmobiliaria, el derroche y el despilfarro. Por sufrir las deficiencias de una economía poco competitiva en el exterior, con un sistema fiscal regresivo y en el que el fraude es excesivamente elevado. La facilidad con la que los empresarios despiden a los trabajadores, aunque las empresas tengan beneficios.

Todas estas cuestiones que enumero, y que podrían ser más, no son simplemente percepciones personales, sino extraídas de periódicos y semanarios extranjeros, conversaciones con profesores universitarios, y con profesionales diversos, así como con algún trabajador que otro. No tienen buena imagen de la gobernanza empresarial, aunque haya notables excepciones, y sobre todo del sistema financiero español. En todo caso, no todo lo que señalan es negativo para la economía española, y se reconoce el avance que nuestro país ha tenido en los últimos años, la gran transformación sufrida y el proceso de modernización que se ha llevado a cabo.

Una de las cosas más llamativas, entre el mundo universitario, es el reconocimiento que hacen al buen nivel alcanzado por la investigación en España, y la alta estima que tienen de muchos colegas españoles. Esta percepción, sin embargo, contrasta con la visión tan negativa que ofrece el Ministro de Educación acerca de las Universidades españolas. Lo cual no deja de ser lamentable. Es más, hace unos años siendo rector de la Universidad Complutense, me hizo una entrevista la televisión pública francesa sobre el estado de la Universidad española. Lo que me plantearon es que en Francia había una idea, contrastada por los hechos, muy positiva acerca de nuestro sistema universitario, de forma que tenían el sentimiento de que mientras las Universidades españolas estaban progresando e iban hacía arriba, sin embargo, las francesas iban para abajo. Querían saber por qué y en que estábamos sosteniendo nuestro progreso.

No deja de ser lastimoso que no se aprecien, por parte de los gobernantes y líderes empresariales, las buenas cosas que tenemos y se siga sin combatir las deficiencias existentes ni las perversidades, así como las malas hierbas que se dan en nuestro sistema político y económico. Lo bueno se está destruyendo, como tantas cosas tan positivas que se habían logrado en nuestro país, al tiempo que no se acaba con tantas cosas tan perniciosas que se sufren diariamente.

La ideología de los representantes empresariales es un tanto anticuada, y pretende fundamentalmente desprestigiar toda movilización ciudadana, llamando a lo que ellos entienden sentido de la responsabilidad. No están las cosas, se dice con frecuencia, para agitaciones sociales, lo que hay que hacer es trabajar para sacar las cosas adelante. El poder trabajar es lo que desean millones de españoles, víctimas del mal hacer empresarial y bancario. Pero no se puede dar ejemplo cuando se están sufriendo tantos atropellos en los derechos de los trabajadores, tantos despidos y no se promueven políticas basadas en la Investigación, Desarrollo e Innovación. Por no decir que el sentido de la responsabilidad pasa por asumir los costes de la crisis de un modo más equitativo, y no hacer recaer todo sobre los que menos tienen.