Digo que parece ser, porque no he leído la sentencia directamente sino su referencia en “El País” (2 de abril, portada y página 36), pero la noticia contiene entrecomillados suficientes como para no dudar de lo que quiere decir. En la misma página dice también que la paralización de ese proyecto evitará el deterioro de un hábitat del oso pardo y la inversión de cien millones de euros en el sector de la construcción, efectos ambos no deseables.

Lo que me ha provocado la noticia es un suspiro de alivio, porque si la sentencia es justa, cosa que no estoy dispuesto a dudar, nos hemos salvado de una buena, sobre todo los osos pardos, porque el ponente de la misma no haya sido el famoso primo de Rajoy.

Ese señor sevillano al que hizo famoso su primo, Don Mariano, a buen seguro que desde su escepticismo en relación al cambio climático no hubiera redactado una sentencia de ese tipo. Desconozco el cariño que tendrá a los osos pardos leoneses, descendientes de aquel al que la historia atribuye la muerte de uno de los reyes godos mas conocidos. Desconozco también la idea que tendrá respecto del peso “del ladrillo” en la economía española, pero todo el mundo sabe que tiene enormes incertidumbres sobre la predicción meteorológica a diez días como para aventurar si va a nevar lo suficiente durante el plazo de amortización de la inversión en una estación de esquí en San Glorio.

Por eso digo que he suspirado aliviado, sobre todo pensando que ya no el primo, sino el mismo señor Rajoy pudiera haber aprobado las oposiciones a juez en lugar de las de registradores. Porque, imagínenselo ocupando plaza en el TSJCL y con un primo así. No quiero ni pensar lo que hubiera podido ocurrir.