El retroceso conservador, incluso en feudos tradicionales de la derecha, revela que el efecto Sarkosy tiende a desinflarse y que el “largo ciclo conservador” que algunos auguraban en Francia puede acortarse.
Ahora la cuestión va a estar en comprobar si los socialistas franceses son capaces de traducir su importante poder electoral de base a nivel político general. Posiblemente en este empeño es donde más se nota la carencia de un discurso progresista apropiado y de un liderazgo que tenga suficiente apoyo y credibilidad en ámbitos de la izquierda.