La gravedad y la duración de la crisis en la zona euro tiene varias causas: a) la naturaleza de la crisis, b) la debilidad del euro y de las enormes fallas puestas de manifiesto en la construcción de la moneda única, y c) las desatinadas políticas económicas llevadas a cabo. La interrelación entre las tres ha conducido a una situación de la que cada vez se hace más difícil salir. A medida que avanzan los acontecimientos se puede observar que los dirigentes económicos, así como gran cantidad de economistas influyentes, no saben cómo combatir la crisis, entre otras cosas porque aún no se han enterado de las características de la misma, a pesar de la prepotencia con la que hablan y con la seguridad que defienden las políticas de ajuste.
Ante este desconcierto que reina en las altas instancias, así como en gran parte de la economía convencional, resulta ilustrativo tener en cuenta el análisis que lleva a cabo Steve Keen en un artículo publicado en el número 14 en la “Revista de Economía Crítica”, edición digital. Conviene recordar que, como ya escribí en estas páginas, a Steve Keen se le ha considerado por un número significativo de economistas, en una encuesta realizada por la Fundación Revere, como el número uno a la hora de predecir la crisis actual. Este economista ha mantenido últimamente una controversia con Krugman, a propósito del papel que desempeñan los bancos en la creación del dinero bancario en la evolución del ciclo económico. Una parte de esta polémica se puede encontrar en la edición digital “Sin Permiso”.
Pues bien, este economista señala que la causa fundamental de la crisis económica y financiera que comenzó a finales de 2007 fue que el sector financiero prestó principalmente para la especulación, en lugar de para la inversión. La burbuja de la deuda privada creada de esta manera no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Su desinflado es la principal causa del ya largo descenso del crecimiento económico. El reciente crecimiento de la deuda soberana es un síntoma de la crisis subyacente, no la causa, y la actual obsesión por reducir dicha deuda soberana no hace sino exacerbar el problema de raíz, que es el desapalancamiento del sector privado. La explosión de la deuda especulativa llevó a los precios de los activos a niveles nunca alcanzados -en términos reales- y desde esa cima es desde donde están colapsando ahora de manera inexorable.
Este análisis sobre las causas de la crisis realizado por un experto en el funcionamiento del sistema financiero, y que utiliza para ello el modelo de Minsky, no hace sino corroborar lo que hemos venido manteniendo un grupo minoritario de economistas. A la vez que pone de manifiesto, con argumentos sólidos empíricos y teóricos, que las acciones contra el déficit no van a las causas sino a los efectos. Se están matando mosquitos a cañonazos.
Otra de las consideraciones que hace, tienen que ver con una idea que hemos mantenido insistentemente en esta revista, como es la incapacidad que ha mostrado la economía oficial para analizar con acierto la evolución cíclica de la economía. En efecto, para Keen, los economistas neoclásicos convencionales ignoraron la deuda y las burbujas en el precio de los activos sobre la base de un conjunto de creencias sobre la naturaleza de la economía de mercado que son espurias, aunque muy arraigadas. Para entender cómo se ha desatado esta crisis, la teoría económica requerirá un nuevo marco monetario dinámico, que contradice el pulcro y plausible, pero falso, modelo Neoclásico que domina hoy los debates económicos académicos y políticos.
Este desarrollo teórico y empírico le conduce a afirmar con contundencia que para escapar de la trampa de la deuda en la que estamos se requerirá, o bien una generación perdida, o bien políticas que contrarresten el pensamiento económico convencional y a los intereses económicos de corto plazo del sector financiero. Esto último, que sería lo correcto, es lo verdaderamente difícil pues requiere ni más ni menos que enfrentarse al poder establecido, tanto académico como fáctico. Por esto es por lo que vamos tan mal y si no se reacciona lo que nos espera es una generación perdida y el sufrimiento para tantas gentes, sobre todo las más vulnerables. El daño que se está infligiendo es muy elevado e innecesario.
Lo que resulta también muy interesante de este artículo es que Keen no se limita a analizar lo que ha sucedido y que explica el estallido producido, así como la evolución de los acontecimientos, sino que lanza un conjunto de proposiciones para prevenir futuras crisis y salir de la actual:
1.-Desarrollar un enfoque realista, empírico, dinámico y monetario para la teoría y la política económica.
2.-Desarrollar y promover un Nuevo Jubileo mediante el cual la deuda privada pueda ser reducida al tiempo que se hace un mínimo daño a la demanda agregada y a la equidad social;
3.-Desarrollar y promover nuevas formas de propiedad de activos que minimicen las inestabilidades destructivas del capitalismo y promuevan sus inestabilidades constructivas.
Todos estos puntos los desarrolla en el trabajo mencionado al que remito al lector interesado. Lo importante de todo ello es que la gente que no es economista conozca que frente al discurso dominante, que se difunde por todos los medios de comunicación posibles y se enseña en las facultades, hay otras posiciones que nadan contra corriente.
Por lo general las posiciones heterodoxas tienen más capacidad para entender la dinámica económica, el surgimiento de las crisis, y son más acertadas a la hora de ofrecer respuestas a la situación. Aunque hay que admitir que no sea posible encontrar salidas a corto plazo, pues no es fácil arreglar el desaguisado provocado por los intereses especulativos y financieros. Pero sí que hay otras alternativas de política económica, pero eso pasa por disminuir el poder de los grandes ricos.