La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) acaba de presentar un Informe en el que se estima que hay 925 millones de personas hambrientas en el mundo (el 13,5% de la población). Lo único positivo es que, por primera vez en quince años, la cifra de personas que sufren desnutrición ha caído. Si en 2009 vivían en la hambruna 1.023 millones de personas, en la actualidad son 98 millones menos.
La FAO señala que la cifra sigue siendo “inaceptable”, más en vísperas de la celebración el lunes 20 de septiembre de la cumbre de jefes de Estado en Nueva York, donde se revisarán los Objetivos de Desarrollo del Milenio; ocho propósitos sobre desarrollo fijados en el año 2000 que deberían cumplirse antes de 2015. El referido al hambre establece que dentro de cinco años tendrá que quedar reducido a la mitad el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día. Teniendo en cuenta los últimos datos de la FAO, el cumplimiento de este Objetivo no va por el buen camino, pero no es una tarea imposible. Así lo afirma Intermón Oxfam, que en un documento que acaba de hacer público bajo el título “Reducir el hambre a la mitad: ¿aún es posible?”, pone ejemplos como el de Vietnam que ha conseguido disminuir de manera drástica el hambre, gracias al apoyo a los pequeños productores y a la asistencia a las personas que no pueden producir ni comprar comida.
¿Por qué no seguir luchando para que el ejemplo vietnamita se repita en Bangladesh, Congo, Etiopía, Indonesia o Pakistán, donde vive el 98% de los hambrientos del mundo?