10 consejeros de 14… y esto todavía no ha terminado. Cada día que pasa aparece una nueva noticia, un nuevo documento de la investigación, un nuevo dato. Sería imposible en estos momentos determinar cuántos miembros del PP en la Comunidad Valenciana están implicados en alguno de los muchísimos casos de corrupción que existen: desde asesores, concejales, alcaldes, diputados o consejeros.

¡Y no pasa nada! Siempre dije que a Camps le aplauden los suyos y le sostienen psicológica y orgánicamente, porque todos saben algo. Como un castillo de naipes, el mínimo revuelo puede tumbarlos. Y la misma impresión tengo con Rajoy. No puede llevar a cabo una limpieza en la Comunidad Valenciana porque no sabe hasta dónde llegaría las consecuencias, … o quizás sí lo sabe.

He reflexionado en otras ocasiones sobre las relaciones de la corrupción y el urbanismo salvaje, el dinero fácil, el despilfarro, los sobrecostes y un largo etcétera. Pero, ¿cuánto puede soportar el estómago de una sociedad? ¿todavía pueden los militantes del PP valenciano poner la mano en el fuego por sus dirigentes? ¿no hay capacidad de estallar y reclamar una renovación política?

Acaba de salir el informe sobre la corrupción en España. Y lo más llamativo no es que haya ahora corrupción (porque la había), sino que ahora se ve y se ha descubierto. Lo que se ha modificado es la percepción.

Pero el PP sigue negándolo todo. Con una estrategia arriesgada de huir hacia delante, convencidos de que el electorado de derechas perdona la corrupción y no les pasará factura, soberbios de que siguen teniendo el poder en muchas comunidades y eso les permite callar voces y comprar silencios, asesorados de que la memoria colectiva es débil, y cobijados debajo de la crisis económica, con la paciencia de que mientras la gente tiene sus propios problemas no tiene tiempo de preocuparse por las vergüenzas ajenas.

Todo ello es un poco cierto. Pero la certeza es relativa. Y desfondar moralmente a una sociedad democrática despierta los vicios.

Hay quienes piensan que “en el amor y en la política, todo vale”. Son refranes antiguos de una cultura antigua, rancia, conservadora, autoritaria y antidemocrática. Igual que ahora sabemos que todo no vale en el amor, y el maltrato es un delito porque ya no vale el refrán de “la maté porque era mía”, los ciudadanos tendremos que aprender que todo no vale en política, y que también la corrupción política es un maltrato y un delito, que no sólo debe pagarse judicialmente, sino socialmente.

Culturalmente España ha avanzado mucho en sus exigencias de derechos y en sus libertades. Pero no ha avanzado así la política ni sus ciudadanos respecto a ella. No vale sólo con ausentarse, abstenerse, desmotivarse, ignorar a los políticos. Hay que enfadarse, indignarse, rebelarse y pedir responsabilidades. Lo hacemos ante delitos que hoy, cultural y socialmente se penalizan, cuando ayer eran permitidos por nuestra sociedad (véase el gran avance en relación al machismo).

El gran despertar en nuestras democracias se producirá cuando los ciudadanos exijan responsabilidades políticas y sociales antes que las judiciales.