La última noticia, por significativa, los préstamos al presidente de Alemania, Christian Wulff. Sin embargo, parafraseando a Blanche DuBois en “Un tranvía llamado deseo”, siempre he creído en la bondad desconocida de los políticos. Por ello no es atribuible a maldad o beneficio tanto dislate. Preferible es pensar caritativamente en la increíble ineptitud de los políticos para gobernar un sistema económico que les desborda. Y sobre todo, en su incapacidad para evaluar la magnitud de la amenaza que representa un poder económico que ha mutado en un entorno internacional desregulado. El capitalismo ha experimentado unos cambios sustantivos en sus genes. Muy sustantivos. Son los que ya van dando lugar a tantas sinrazones. Un ejemplo de ello, es como las democracias estatales se someten a un dictado internacional autoritario. El que la coyuntura se transforme en estructura estable es una amenaza real. Por lo pronto, la previsión es que el sistema busque un primer ajuste discursivo.

¿Cuál es el discurso emergente? Los Estados democráticos se encuentran en estado de sitio. Sitiados por la presión de un sistema financiero desregulado, dónde los organismos internacionales y otros estados actúan como policías de conveniencia. La respuesta, como en cualquier estado de sitio, lleva a reducciones de derechos y actuaciones excepcionales. Vivimos un conflicto donde los Estados no combaten al enemigo real (regulación de paraísos fiscales, tasas a la circulación de capitales, persecución del fraude fiscal, etc.) sino que baten en retirada la calidad de vida de sus sociedades. La rendición está siendo la única respuesta. Pero esta vez no bastará con darle la razón y el dinero. Ahora, otra vez, lo quiere todo.

El estado de sitio imaginario permite e incentivará el patriotismo. La patria exige sacrificios irracionales. Ahora mismo cada país afronta la crisis como un desafío nacional, patriótico. Las penurias económicas son el resultado de una economía de guerra financiera. En todos los niveles. En la Unión Europea, Sarkozy se enfrenta a Camerón, tomando a Gran Bretaña como la referencia de todos los males. En España, Cataluña amenaza con sabotear la Administración Central, como respuesta patriótica catalana a la crisis. 2012 verá mucha patria y sacrificio. Para alimentar el discurso, no es improbable una guerra real. Qué mejor para el miedo y el control social que una nueva guerra. Calentita, próxima y peligrosa. Un avance sobre la guerra al terrorismo. Esta última redujo derechos y mucho más, pero actuaba como respuesta al miedo. Ahora hace falta algo que lo produzca. Una posibilidad es Irán, que se ofrece de continuo. En España además ahora estamos más seguros después de lo de Rota. Más seguros de ser un objetivo, claro. Una guerra sí que justifica una economía de guerra y mano dura contra las protestas internas que puedan surgir. Porque es previsible un incremento de la violencia social como respuesta a la violencia económica. Más violencia en las respuestas policiales, judiciales, en las manifestaciones. En definitiva, una guerra real para justificar una economía de guerra financiera. La única duda es: ¿puede costearse una guerra viviendo la crisis de la deuda? Y de ser así, ¿se aplicaría la excepcionalidad de una situación de guerra a los mercados financieros? Por ejemplo, ¿el BCE prestaría a los Estados al 1% a varios años? Financiar el Estado de bienestar no lo justifica, pero quizás si lo haría producir un estado de malestar en los enemigos. Por no extenderme, anunciar que 2012 espera un mayor control de los medios de información y de la información. Lo de las fotografías en el Congreso será una broma con lo que puede venir. De opacidad, de prohibición de palabras y convocatorias. Estas serán algunas de las sinrazones necesarias para darle la razón a la sinrazón

El PSOE se encuentra en una grave encrucijada. Los tiempos y las premuras, el día a día que todo lo urge, le permitió vivir tantos años en un collage ideológico dónde cabían socialistas sometidos a la obediencia de Roma, nacionalistas de “lo mío para mi”, izquierdas en la izquierda (como Izquierda Socialista), empresarios como los Tamayo y Sáez, socialistas a secas y para que seguir. Su acción como partido “atrapalotodo”, teóricamente detrás de las necesidades de los ciudadanos, mantenía una frágil sintonía con una ideología que, por la voz de sus líderes, parecía producto de las maracas de Machín. Zapatero y su política (magnífico análisis de Josep Borrell en estas páginas) es el fiel reflejo del descontrol que genera no tener un bagaje ideológico, unas ideas claras. De esas que te dicen: eso no se dice, esto no se toca. El talante no encuentra capítulo en ningún manual de historia de las ideas políticas. Y ya no da para más. Toca debatir ideas, si es que van en serio. ¿Cómo se encuentra el PSOE y su debate en relación a las sinrazones o tendencias anteriores?

Da espacio para una. El auge patriótico beneficia a partidos centralistas como el PP o UPYD por un lado, y nacionalistas como CiU por el otro. El PSOE aún no sabe dónde está. Su organización política misma es fuente de despiste. Ahora para nota. ¿Es la estructura federal del PSOE una idea independiente del proyecto de una España federal? O dicho en otras palabras ¿Cómo convive dentro del partido una fuerza centrifuga como los nacionalismos con la fuerza centrípeta de un Estado fuerte redistribuidor? Difícil cuadrar el circulo es. En esto hay que darle la razón a Norberto Bobbio: “la igualdad es la estrella polar de la izquierda”. Y por supuesto, de cualquier socialismo que se precie y aprecie.

El PP cabalga de nuevo. El gobierno central sube impuestos, los autonómicos bajan los sueldos. No me digan que no es bonito trabajar codo con codo para levantárselo a los españoles. Volvemos a la emigración y al turismo como principales soluciones económicas. En fin, el gobierno dará para mucho que hablar. Una nota. El primer y sorprendente comentario de Marcelino Iglesias al gobierno PP fue que había pocas mujeres. Eran los ecos de un tiempo ya pasado por agua.